"Le conocí hace 25 años y siempre se distinguió por ser un hombre amable y de concordia, alguien que nunca buscó el enfrentamiento". A las puertas de la iglesia de San Tirso, en la que se celebró el funeral por su eterno descanso, así definió ayer José Manuel Llavona, exdecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, a su colega Luciano Ángel López, fallecido el viernes, a los 67 años de edad, víctima de la dolencia oncológica que sufría. Ambos fueron compañeros en la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, y también en la junta rectora del colegio profesional, sin que Llavona recuerde una mala palabra o una mala acción del fallecido.

El exdecano de los ingenieros fue una de las decenas de personas que llenaron la iglesia de San Tirso para despedir a Luciano López, que se había jubilado recientemente tras haber desarrolló la mayor parte de su carrera profesional en la confederación. El fallecido era un enamorado de la montaña y del senderismo, distinguiéndose por haber sido un pilar fundamental para la creación del grupo de montaña de la demarcación de Asturias del Colegio de Ingenieros, que él mismo presidió hasta hace un año. Rafael Jimeno, actual presidente del grupo, recuerda el auténtico entusiasmo que sentía López por los montes asturianos y las muchas veces que salieron juntos de ruta junto a otros colegas.

El Bachillerato

El ingeniero fallecido mantenía una estrecha relación con los compañeros de Bachillerato en el Instituto Alfonso II, con quienes se reunía periódicamente. La última vez fue hace dos años, con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de la promoción. Ignacio García, compañero de Luciano López en el emblemático centro educativo de la ciudad, también estuvo ayer en San Tirso para dar el último adiós a quien definió como "un gran amigo para todos". Otro antiguo compañero de estudios, Vicente Álvarez, rememoraba a las puertas del templo las reuniones de exalumnos a las que el fallecido no fallaba. "La última la celebramos hace un par de años", subrayó Álvarez.

En su homilía, el párroco de San Tirso, Ángel Rodríguez, tuvo palabras de consuelo para los familiares y amigos del fallecido, cuya vida, indicó el sacerdote, "fue un regalo para los que le conocieron".