Pedro Tardón acude un día sí y otro no al Seminario Metropolitano para pasar una página de cada uno de los más de mil libros que reposan abiertos sobre mallas de alambre (de las que se usan para hacer corrales) tendidas entre las mesas de una aula. Son los ejemplares que pudo salvar in extremis de la inundación que sufrió la Delegación de Misiones Diocesanas del Arzobispado de Oviedo el pasado 11 de diciembre en su sede de la calle Rosal. Además de los libros, el agua empapó miles de archivos sobre las misiones a Burundi o Ecuador, sobre las actividades de Medicus Mundi o sobre el expediente del asesinato del misionero allerano Juan Alonso en Guatemala.

Tardón es el delegado de Misiones y el párroco de Noreña, de manera que desde hace más de un mes reparte su tiempo entre el secado y el sacerdocio. No está solo. Le ayudan unos cuantos voluntarios que, como él, miman cada uno de los ejemplares.

Eso hace en días alternos Carmen Vigil Velasco. Ella se presentó la primera en cuanto se enteró de que la rotura de una tubería hizo que el agua subiera tres metros en el sótano de la delegación de Misiones Diocesanas. "Yo creo que esto va a llevar años secarlo y clasificarlo, pero lo hago muy contenta. Sí señor". Lo dice mientras repite mecánicamente un movimiento. Levanta un libro, pasa un página y lo coloca del revés a como estaba sobre la rejilla. Aquello tiene algo que recuerda a los pescados a la parrilla.

A Tardón, que se quita el mérito, se le ocurrió la idea al día siguiente de haber trasladado al Seminario (en el Prado Picón) todo el material mojado. La parroquia del Coto de Gijón aportó una furgoneta para la urgencia y en el nuevo emplazamiento habilitaron espacios. Luego, compró malla de cierre, separó estratégicamente mesas y pupitres, y colocó encima la red. "Es una buena forma de que el papel esté aireado y no se estropee", explica el sacerdote.

Cerca de la mitad del archivo. entre libros y documentos, se ha echado a perder. El coste del destrozo depende del seguro, aunque por el momento no han aparecido ejemplares de gran valor económico, pero sí sentimental.