Pasaban unos veinte minutos de las tres de la madrugada de ayer cuando John Segovia escuchó un fuerte estruendo en la calle. Se asomó a la ventana de su piso de Guillén Lafuerza y lo primero que vio fue un coche empotrado contra el muro del campo de fútbol de Matalablima, con las ruedas traseras en el aire y todo el morro enterrado entre los escombros. Según explica el testigo, el conductor salió del vehículo por su propio pie y no tenía lesiones aparentes, por lo que el joven llamó a la Policía antes de bajar a socorrerle. No le hizo falta ni vestirse porque "en menos de tres minutos" ya había una patrulla frente a su casa. Los agentes localizaron al conductor, que en un principio se había ido caminando, y pronto se dieron cuenta de que estaba bebido. Al realizarle las pruebas pertinentes, el hombre arrojó una tasa de alcohol que aún no ha trascendido, pero que desencadenó su detención. Según fuentes conocedoras de los hechos, el conductor pasó ayer a disposición judicial.

El golpe fue de tal calibre que el coche, un Ford Mondeo, se metió literalmente en la cocina del bar que hay en el interior del campo de Matalablima, atravesando dos muros, el perimetral y el propio de la cantina. Los daños son cuantiosos, sobre todo teniendo en cuenta que para un club modesto como el Guillén Lafuerza el bar es una fuente de ingresos vital para la supervivencia. "Cuando me avisaron me cayó el alma a los pies. Además de los daños que ha sufrido la estructura, también hemos perdido la nevera, el microondas, mucho menaje, la encimera, toda la comida que teníamos almacenada... Está todo lleno de escombros", explica José Rodrigo Iglesias, el presidente del club. "El bar es vital para nosotros. Somos el único equipo de Oviedo que no les cobra cuota a los niños por jugar y ese dinero tenemos que sacarlo trabajando por amor al arte. Sólo los árbitros que vienen a pitar al equipo de categoría Regional cobran 168 euros", señala Iglesias mientras se abre paso entre los escombros.

El joven que fue testigo del accidente tiene una teoría sobre el accidente: el conductor tuvo que quedarse dormido. "No se escuchó un frenazo ni hay marcas en la carretera de los neumáticos. El impacto fue directo", dice. "Después trató de sacar el coche, pero ya no puedo", añade. Los vecinos aseguran que la explanada que hay junto al campo es un punto problemático. "Los coches vienen aquí a derrapar y a hacer el cafre. El Ayuntamiento debería de poner más vigilancia", denuncia Juan José Bolado, presidente de la asociación de vecinos de La Monxina. Bolado asegura que en los últimos meses se han registrado otros hechos delictivos en la zona y que se deberían de instalar cámaras de seguridad o aumentar la presencia de agentes. "Entre otras cosas, ya habían entrado a robar otra vez en el campo y, además de material deportivo, también se llevaron el desfibrilador. El club sigue sin este servicio de urgencia pese al riesgo que supone", subraya.