"Pumarín se ha redimido, en parte, de sus calamidades urbanísticas, merced a la iniciativa y el esfuerzo económico de sus vecinos . Ante la impotencia de la tesorería municipal para realizar la obra, fueron ellos quienes cargaron con el peso de una urbanización, que les costó cuatro millones y medio de pesetas, que fue el presupuesto convenido con el contratista para urbanizar las calles San Ignacio de Loyola, Joaquina Bobela y B-34. Pero resulta que ahora, a consecuencia de aumentos de la obra impuestos por la contrata y aprobados por la Corporación, el presupuesto aumentó en más de un millón de pesetas. Los vecinos piden al Ayuntamiento que los pague".