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La emocionante "prehistoria" del cine ovetense

En las fiestas de San Mateo de 1899 la ciudad acogió la primera proyección - de cinematógrafo; a partir de ese momento fueron abriéndose numerosas salas

Un viejo cinematógrafo. L. A. V.

Un grupo de privilegiados parisinos vieron maravillados lo que era capaz de hacer el cinematógrafo, a través de unas modestas y cortas películas realizadas por los hermanos Lumiére. Era el 28 de diciembre de 1895, festividad de los Santos Inocentes.

Después de aquel sonado estreno en París, en las fiestas de San Mateo de 1899, los ovetenses también presenciaron por primera vez imágenes de cine en los bajos de un local del Pasaje, local improvisado, de una compañía ambulante denominada "Cinematógrafo Lumiére" que llegó a Oviedo procedente de Gijón.

La expectación suscitada en la capital fue enorme, traducida en llenos diarios "constituyendo un espectáculo muy del gusto del público ovetense" según publicaba "El Correo de Asturias".

Las sesiones cinematográficas se repetían cada 30 minutos a partir de las nueve de la noche y los precios eran de 40 céntimos en "preferente" y de 25 en "general". El 26 de septiembre se incorporó el nuevo proyector "Wargraph mágico" y se exhibieron siete cuadros de Lumiére y tres de éste último sistema.

Unos días más tarde el teatro Ovies en Cimadevilla -el pequeño Campoamor como se le tildó en la época- inaugurado el 18 de mayo de 1899, anunciaba proyecciones de cine y destacaba la incorporación del proyector moderno Wargraph "que con tanto éxito viene actuando en el circo París de Madrid".

Las películas que reiteradamente se exhibían llevaban por título "Lucha fin de siglo" y "A un metro de la luna". El teatro Ovies tomaba el relevo del Lumiére, que se despedía de Oviedo el 19 de octubre para exhibir cine, y se convertía en un escenario multiusos en el que compartían espacio un café, el teatro, el cine, los bailes y hasta la venta de turrones por Navidad.

Al año siguiente, ya en 1900, los emprendedores hosteleros Zuazua-Gaztelu, propietarios del café "Pasaje", viajaron a la Exposición Internacional de París, y adquirieron un proyector de cine con el que ofrecían regularmente exhibición de películas. El mismo año retornó por San Mateo el "Lumiére".

Pero el primer cine de Asturias propiamente dicho, según Indalecio Menéndez, el primer operador que hubo en la región, fue el construido en 1906 en los terrenos propiedad de la Diputación en los que se edificó años más tarde el Banco Herrero. Como era tradicional en aquel tiempo compartía espacio con sesiones de variedades. Por su escenario pasaron las más famosas estrellas del espectáculo, entre ellas la Argentinita, Carmen Flores o Pastora Imperio. La Imperio cobró en su debut 35 pesetas y poco tiempo después exigía 375.

El mismo año se inauguró el 17 de mayo el teatro-café Jovellanos que posteriormente exhibiría cine.

Más tarde, Indalecio Menéndez no precisa fecha, se construyeron tres barracones propiedad de Antonio Mayor, Patté y los hermanos Más en la plaza la Escandalera adaptados para exhibir cine, que luego resultaron destruidos a causa de un incendio en las fiestas de San Mateo.

El 9 de mayo de 1908 se estableció un nuevo cine en Oviedo, el llamado inicialmente "Cinematógrafo del Parque", en el Campo San Francisco, rebautizado popularmente por el apellido de su propietario Fandiño, un pabellón diseñado por La Guardia comparable a los coliseos más modernos de Madrid. También se reservó espacio para la actuación de las principales atracciones musicales. Finalmente, antes de la guerra civil, llegaron otros cines como el Mutualidad, Principado, El Gran Popular Cinema, el Toreno y el Santa Cruz.

A pesar de su enunciado como teatros, el Campoamor, Jovellanos y Principado alternaban las compañías de teatro y revistas con la programación de cine. El Campoamor llegó a albergar en su día sesiones de circo, combates de boxeo y bailes en los días de Carnaval.

El 28 de septiembre de 1899 una nota de prensa recordaba a los ovetenses la prohibición de fumar en el Campoamor "pues bien, esa prohibición es letra muerta, la gente que asiste a los ensayos fuma y no poco, con evidente perjuicio del precioso decorado de aquel suntuoso salón" concluía la nota.

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