El joven acusado de robar en dos estancos y en una farmacia de Oviedo, con la cara tapada y un cuchillo, aceptó esta mañana penas que suman 11 años y 4 meses de prisión. El acusado, que también reconoció haber robado un coche con el que condujo de forma temeraria por varias calles de la ciudad, llegó a un acuerdo previo con el fiscal, que rebajó su petición inicial de 17 años y 3 meses de cárcel al considerar como atenuante la drogadicción del condenado. El joven también tendrá que prestar 80 días de trabajos en beneficio de la comunidad, pagar una multa de 150 euros e indemnizar a los afectados por su retahíla de delitos, como a los propietarios de dos vehículos contra los que impactó con el coche que sustrajo.

Los hechos que se le imputan al acusado tuvieron lugar en el 2015. Concretamente el día 4 de noviembre de ese año, alrededor de las seis y media de la tarde, el acusado y otro individuo que no ha sido identificado entraron en un estanco de la calle San Lázaro, en el barrio del mismo nombre. Llevaban la cabeza y parte del rostro cubierto con las capuchas de las sudaderas y sendos cuchillos "de grandes dimensiones", con los que amedrentaron a las empleadas del negocio. "Esto es un atraco, dadme todo el dinero", les dijeron. Ellas no dudaron y ante el temor de ser atacadas les entregaron la recaudación de la caja, que en aquel momento contenía 510 euros. El estanco estaba asegurado y ya ha recibido el importe de los sustraído por parte de la compañía, por lo que los propietarios han renunciado a la indemnización que pudiera corresponderles por estos hechos.

Las fechorías del acusado continuaron días después, durante la madrugada del día 12 de noviembre. Esa noche el presunto delincuente se apoderó de un vehículo que se encontraba estacionado en la calle General Elorza de Trubia. Para ello "violentó la puerta del copiloto, así como la carcasa que cubre el sistema de encendido, poniéndolo en marcha tras hacer un puente eléctrico", según se recoge en el escrito de la Fiscalía.

Con ese coche robado se desplazó hasta La Corredoria, donde lo dejó aparcado durante unas horas. A las nueve de la mañana volvió a cogerlo y se dirigió a un estanco situado en el mismo barrio. Una vez allí, con el rostro tapado como en el anterior golpe, se dirigió "en tono agresivo" a las empleadas: "Todos quietos, que nadie se mueva, la pasta de la caja", les dijo gritando. Al tiempo esgrimió un cuchillo de grandes dimensiones y golpeó los objetos del mostrador, llegando a romper un monitor de publicidad, que fue tasado en 100 euros. Se apoderó además de unos 350 euros antes de darse a la fuga en el coche.

Una vez en el vehículo comenzó el caos. Según la Fiscalía, el hombre condujo el coche por diversas calles de Oviedo a gran velocidad. Al llegar al cruce con la calle Torrecerredo de Ciudad Naranco, cuando circulaba por la calle Santiago de Compostela, invadió el carril de sentido contrario "provocando que los vehículos que estaban en ese carril tuvieran que salirse de la vía". Después colisionó con uno de los coches que estaban estacionados y siguió la marcha hacia la calle Pedro Caravia, circulando en dirección contraria y volviendo a impactar con otro vehículo que se encontraba detenido delante de la puerta del colegio público Parque Infantil. El acusado no pudo continuar porque un autobús de transporte escolar le bloqueó el paso. Entonces abandonó el coche y huyó a pie hacia la pista Finlandesa. A consecuencia de estos hechos uno de los vehículos dañados sufrió desperfectos tasados pericialmente en 798,60 euros y el otro por valor de 429,49 euros. En el interior del coche robado por el acusado se hayó un cuchillo, un billete de 5 euros y otro de 10 euros.

Pero la batería de delitos del acusado no acaba ahí. Sobre las doce del mediodía del día 16 de noviembre, el acusado se dirigió a una farmacia de Las Caldas y usó el mismo "modus Operandi": el rostro oculto por la capucha y cuchillo en mano. En ese atraco se llevó un botín de 462,59 euros. Ese día, el hombre se dio a la fuga en un vehículo Citroen ZX, de color oscuro. Previamente el acusado se había apodera de diversos efectos que se encontraban en el interior del vehículo que sustrajo en Trubia, como "la documentación, una rueda, el gato hidráulico, la llave de rueda, una caja de herramientas, las cuatro alfombrillas, el altavoz derecho trasero del vehículo y un parasol", unos efectos con un valor estimado de 400 euros.