Ray Loriga no canta nada mal, de hecho balbucea menos cuando canta que cuando habla, pero lo del balbuceo lo aclaró él mismo, es el consumo de ácidos: "Comí LSD cuando era joven y creo que me trastornó, estoy pensando en una cosa y se me va, por eso mis novelas son tan distintas, se me va y me sale otra novela; además, las drogas me convirtieron en un esperpento balbuceante".

Volviendo a la música, el escritor se arrancó ayer en el teatro Campoamor por los clásicos, Dylan, Cohen, "Culture Club", Cole Porter, Tom Waits y hasta el "Pavo real", ahí sí, ahí sí que sacó vozarrón para impresionar a los que habían asistido a la tertulia del Campoamor a la que el escritor había sido invitado.

Lo de las drogas, una cuestión recurrente durante toda la charla, le sirvió también para hablar de seguridad y de la libertad. "Yo soy el siniestro resultado del experimento de las drogas, viví una generación que no necesitaba detectores en los aeropuertos porque íbamos todos drogados y no teníamos miedos, era una época en la que había más nieve que en el puerto de Pajares". No se trataba de hacer una apología sino de confesar lo vivido para oponerse frontalmente a las drogas pero sin hipocresía porque "en este país hay más capas de hipocresía que de 'perico'", sentenció. Habló de Sito Miñanco, "el hombre del saco" para explicar que "el que se mete la raya es tan criminal como el que la está vendiendo, pero claro, eso es ocio y debemos respetarlo".

Loriga estuvo toda la charla hablando irónicamente en masculino, "ovetenses", y femenino, "ovetensas", como haciendo referencia al "portavozas" de Irene Montero y cuestionó la base de todos los movimientos sociales defendiendo el individualismo. "Tengo poca fe en los rebaños y en las esperanzas colectivas", dijo, y puso como ejemplo el comunismo y el fascismo. Un individualismo que aplica también a su trayectoria literaria. Le han convertido el líder de la "Generación X" y después de la "Generación Beat", pero "yo sólo caminaba y cuando miré hacia atrás había gente que me imitaba". Para él lo importante es la literatura como acción personal y como sensación. "Lo peor que te puede pasar con un libro es que te digan que es aburrido", pero eso no hace daño a nadie ya que "el peor de los escritores ha matado a menos gente que el peor de los soldados".

La literatura fue un tema de conversación que sobrevoló una charla en la que se habló más de la vida. Sí que hubo tiempo para rendir tributo, rodilla en el suelo incluida, a varios escritores. Cuando el conductor de la tertulia, Iván de Santiago, le preguntó por Ángel González, a Loriga le salió del alma un "¡joder, la poesía!". Y se confesó tremendamente afortunado por haber sido amigo del poeta ovetense. "La poesía es una diana que no tiene números alrededor y Ángel tenía la flecha para acertar siempre en el centro", resumió.

Hubo también tiempo para las redes sociales, donde abogó por "likearse a uno mismo sin buscar la aprobación de los demás", y también para Woody Allen: "Haced lo que queráis con la estatua; yo no la puse, y es vuestra ciudad".

Y para terminar, andanada contra "los criminales de la industria de la cirugía plástica que se hacen millonarios insultando a las mujeres".