Muchos ovetenses se han manifestado estos últimos días en contra del cambio de las farolas isabelinas que ha puesto en marcha el tripartito por otras "más seguras y que iluminen mejor". Ayer, vecinos y comerciantes de las primeras calles afectadas refrendaron un mayoritario sentimiento contrario a la medida. De entrada, el Ayuntamiento prevé sustituir 121 farolas isabelinas de cinco brazos colocadas durante los gobiernos de Gabino de Lorenzo. Hay quien califica la medida como "un despilfarro" o "un ajuste de cuentas político" y exigen destinar el dinero de la actuación (unos 500.000 euros) a otros proyectos como, por ejemplo, el deteriorado campo de rugby.

El cambio de las farolas, que el Alcalde prevé extender a otras zonas "por problemas de estabilidad y eficiencia energética", no convence ni a los detractores de las mismas. "Cuando las pusieron me horroricé porque no me gustaban, pero cambiarlas por otras me parece tirar el dinero", explica Elena Blanco, comerciante de González Besada. "Está claro que se debe a un tema político", apunta.

Otros se muestran más contundentes y apuntan a una venganza política: "Es un despilfarro más de los que están haciendo para asuntos como cambiar el nombre a las calles", indica José Manuel Martínez, vecino de la calle Rafael Altamira

Preguntados sobre los argumentos del tripartito para acometer los cambios, los encuestados dicen no ser conscientes de ninguna deficiencia. "El cambio me parece mal porque las farolas están bien y hay más necesidades que atender", comenta Manuela Iglesias, residente en Pérez de la Sala, crítica con una sustitución integral como solución para mejorar el servicio. "Si están estropeadas lo mejor es arreglarlas y no cambiarlas enteras", añade.

Entre las propuestas para destinar el dinero invertido en la sustitución de las farolas no faltan ideas. "Mejor arreglaban el campo de rugby porque da pena verlo", sugiere María Mallaghan, una irlandesa afincada en Oviedo desde hace 21 años y satisfecha con el rendimiento de las farolas isabelinas. "En este país es difícil progresar porque los políticos sólo quieren borrar lo que hicieron sus antecesores", sostiene esta vecina de la calle Padre Vinjoy, en la que está previsto sustituir las farolas de cinco brazos.

Hay quien se resigna al cambio siempre y cuando sus efectos sean beneficiosos para la ciudadanía. "No veo necesario cambiar las farolas, pero si no hay más remedio espero que, al menos las modificaciones sean para mejor", comenta la comerciante Rosa Vélez, que ya asume que el cambio acabará siendo una realidad.

En la misma línea se pronuncia la hostelera de González Besada Pamela Fernández. "El diseño actual me gusta porque es rústico, pero puestos a hacer cambios igual valía sólo con sustituir las bombillas por otras más modernas o poner diseños que mejoren el servicio", indica Fernández que sólo dice ser consciente de "averías puntuales" en las farolas actuales.