Un día de agosto, a la puerta de un supermercado de la calle Fraternidad, en el barrio de La Ería. Ha estado lloviendo todo el día y hay una gran afluencia de clientes. Entre tanto paraguas y calzado mojado, el acceso al súper está lleno de agua. Una clienta se dispone a entrar y se encuentra una auténtica pista de patinaje. Resbala, pierde el equilibrio y trata de amortiguar la caída con una de sus manos. El resultado: el orgullo herido y una dolorosísima lesión en la muñeca. Pasó dos meses sin poder usar la mano y, de hecho, aún la tiene afectada. Al supermercado no le ha salido barata esta caída ocurrida el 9 de agosto de 2016. Acaba de ser condenado a pagar a la mujer la friolera de 22.885,67, por no haber tenido en condiciones la entrada al establecimiento.

La mujer, asesorada por la abogada María Luz Álvarez Medrano, del despacho Gómez Llamedo, presentó una demanda contra el supermercado reclamando una indemnización no solo por las lesiones sufridas, sino también por la "pérdida de calidad de vida". La demanda recayó en el Juzgado de primera instancia número 10 de Oviedo, del que es titular la magistrada Carolina Serrano Gómez, quien considera probado que el supermercado no hizo lo necesario para que la entrada al mismo estuviese seco, y ello a pesar de que cuenta con una máquina especial para ello. Además, estima que las baldosas que tiene instaladas el establecimiento carecen de la debida resistencia al deslizamiento.

El supermercado, aunque en su contestación a la demanda reconocía la caída, adujo que "era claro que el suelo estaba mojado", aparte de que éste cumplía con las normas y era limpiado frecuentemente, por lo que negaba cualquier negligencia. Además, había puesto un cartel que advertía de que la superficie estaba húmeda y podía encontrarse resbaladiza. Los testigos del incidente lo corroboraron, pero el cartel estaba dentro del local, y no en el acceso. Además, la víctima consiguió el testimonio de otra clienta que también resbaló y estuvo a punto de sufrir lesiones importantes.