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Ca Beleño entra en la leyenda

El histórico local de Martínez Vigil fue referencia del mundo folk, crisol de intercambio cultural y territorio de noble compadreo

Frankye Delgado, Astur Paredes, Lombardía, Xuan Prado y Pichún en el Ca Beleño, hace dos años, en el 30.º aniversario del disco "Arpa céltica". LNE

Como muchos lectores sabrán, desde 2007 estoy instalado en la ciudad bretona de Lorient, donde paso la mayor parte del año, en tanto que director del Festival Intercéltico. Pero nunca olvido que al "otru llau de la mar", como dirían "Llan de Cubel", 500 millas atravesando el golfo de Gascuña, esperan casa y patria. Y en el circuito de mis reencuentros con el país nunca faltaron las visitas al Ca Beleño, el local que vi nacer, consolidarse y donde maduramos humana y artísticamente varias generaciones de apasionados por la música tradicional y el folk en el más amplio sentido del término. Porque el Ca Beleño ha sido una referencia de la música celta, pero también un crisol de intercambio cultural cotidiano donde ninguna música ni lenguas eran extrañas.

En este lado de la mar, vivo cerca de la plaza Polig Monjarret, figura clave de la música bretona y cofundador del festival que hoy dirijo. En ella se encuentra la Tavarn ar Rou Morvan (La taberna del Rey Morvan), un pub y restorán fundado hace algo menos de 20 años, que frecuentan cada día decenas de personas vinculadas a la cultura y la música bretonas, y amantes de la música de todos los países del arco atlántico celta. Y donde cada semana se organizan conciertos en directo sin ninguna ordenanza absurda que lo impida, celebrando una cultura en permanente efervescencia y evolución. Y es que en esta orilla armoricana el arte, la música y la cultura siguen considerándose un valor de primer orden.

La noticia del cierre de Ca Beleño llegó hasta la barra de la taberna causando una fuerte conmoción entre los clientes que conocen y han pasado por el templo del folk asturiano. Algunas reacciones son las mismas que las que leemos estos días en los blogs y artículos que van apareciendo: "¿pero no hay nadie que quiera continuar?". Sin duda los clientes imaginan el sentimiento de pérdida, cuando no catástrofe, que supondría la misma situación en la ciudad de Lorient. Ecos similares me llegan de Irlanda y Escocia de músicos de fama internacional que han vivido el ambiente de nuestro Ca Beleño y la hospitalidad expansiva cálida y generosa de Frankye Delgado. Nombre que muchos músicos que llenan aforos de miles de personas pronuncian sin dificultad y asocian a jam sessions de larga duración que a menudo desembocaban en largas discusiones hasta el amanecer para arreglar el mundo.

Me vienen a la memoria estos días después del anuncio de cierre, algunas de aquellas mañanas, en que el patrón del chigre y los clientes más filósofos, cegados por una violenta luz redescubierta terminábamos yendo al Fontán para mitigar lo que sería un duro despertar tomando "amasueles", almejas frescas, antes de dormir. Buenos viejos tiempos, que tejieron afectos y fidelidades que perduran y perdurarán sin duda

Algunos de mis amigos todavía no se han repuesto del shock, pero yo tengo que confesar, que estas Navidades, cuando Frankye me invitó a visitar su nueva fábrica de Ordum en Borines, y escuché atentamente sus proyectos inmediatos y la pasión que transmitía, sentí que la última página del libro del Chigre Ca Beleño estaba a punto de escribirse. Quedaba la duda de saber si habría segunda vida en otras manos.

No parece que sea el caso. Pero Frankye que ya había organizado el 30 aniversario este Otoño quiere despedirse como se debe, con cerveza , entre amigos, con música y a lo mejor intentando arreglar el mundo. Yo no podré estar, ¡por Belenos!, pero me acercaré a la Tavarn para pasar el trago, y pediré cerveza Lancelot. Y brindaré, por el Beleño, por Frankye y su familia, y por una persona que no quiero olvidar en este momento, el fiel camarero Roberto Somovilla, como homenaje a las decenas de personas que sirvieron detrás de la bulliciosa barra durante todos estos años. Roberto, fiel escudero, detenta el record olímpico de horas sirviendo en Ca Beleño y merece un brinde.

Y, ante todo, un voto para no caer en la trampa de la nostalgia paralizante. Pensemos en el hoy y en el futuro. Ca Beleño entra para siempre en la leyenda Recordemos a Bob Dylan, los que quieran hacer duelo que canten con él "Like a rolling stone":

"¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente estar sin hogar como una completa desconocida, como una piedra que rueda ?".

Cantemos, hagan duelo los que lo prefieran si así se sienten mejor, pero busquemos nuevos horizontes. "Porque los tiempos está cambiando" como también nos advirtió nuestro Nobel folky.

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