Elena FERNÁNDEZ-PELLO

El gallego Pedro Insua, profesor de Filosofía de la Complutense, es un habitual en la programación de la Escuela de Filosofía de Oviedo, y ayer, durante una nueva sesión semanal en la sede de la Fundación Gustavo Bueno, se dedicó a hacer un exhaustivo análisis del concepto de revolución. A medida que su discurso avanzaba, Pedro Insua iba reflexionando sobre otros asuntos, ligados a la idea de revolución.

Sin ir más lejos, Insua habló sobre la naturaleza de la política. "La política no es una ciencia, la historia sí. La política es una tecnología, una técnica para la consecución y la conservación del poder", fue su definición.

Al presentar el acto, el director de la Fundación Gustavo Bueno, Gustavo Bueno Sánchez, adelantó la fecha de publicación del nuevo libro de Insua, el próximo mes de mayo. El nuevo ensayo del gallego se titula "1492, España contra sus fantasmas".

Antes de empezar su lección Pedro Insua dedicó palabras reconocimiento para su maestro Gustavo Bueno, fallecido en agosto del año pasado y al que ayer, por primera vez, no veía sentado en primera fila mientras desarrollaba sus ideas.

Ayer Pedro Insua se centró el concepto de revolución y, antes de empezar, advirtió que la fuerza que la impronta marxista tiene sobre el fenómeno, que es histórico y político, no facilita su análisis en absoluto.

Se refirió a la Revolución industrial, a la científica y pronto dio el salto a las revoluciones políticas, concretamente a la revolución francesa y a la rusa, que según el filósofo, "en la historiografía siguen viéndose bajo categorías marxistas, la primera como revolución burguesa y la segunda como revolución soviética".

Hay una diferencia esencial entre esas revoluciones y la americana, explicó. "La revolución francesa no solo busca una transformación política, también busca una transformación de pensamiento, una transformación total", manifestó.

Insua añadió que la americana fue un movimiento de independencia colonial, que "la revolución china no tiene carácter universal" y que la española, como se refirió a la guerra de Independencia contra los franceses, tampoco estaba dotada de esa voluntad totalmente transformadora. También mencionó las revoluciones liberales, de 1820, 1830 y 1848, de naturaleza política pero que "están muy restringidas y que tienen que ver a la evolución de las monarquías y el nacionalismo".

Insua se remontó hasta Aristóteles, que en su libro octavo hace una clasificación de los tipos de revoluciones, y leyó algunos de sus escritos. "Todos los sistemas son radicalmente falsos en la práctica y apelan a la revolución", citó, una afirmación determinante en su búsqueda del impulso que alienta las revoluciones.