Han transcurrido mas de cincuenta años del cierre de la academia Ojanguren y sus alumnos se mantienen unidos por un lazo fraternal. El legado de Armando Ojanguren permanece vivo en ellos y se renueva en sus encuentros anuales, como el que tuvo lugar ayer en un conocido restaurante del Naranco.

Buena parte del tiempo la dedican sus discípulos a recordar las enseñanzas y las ocurrencias del maestro. "Armando Ojanguren fue un hombre que nos unió a todos, siempre buscó nuestro bien y nos aconsejaba, como un padre", manifestó Gerardo García, uno de sus alumnos y organizador de la jornada de confraternización.

"Don Armando era algo fenómeno. Había algo que decía, cuando daba con un chaval al que era difícil hacer hablar: 'Alumno botella, profesor sacacorchos'". Esta es, en palabras de García, una de las muchas ocurrencias compartidas ayer entre los exalumnos del querido profesor.

El reencuentro de los viejos compañeros es siempre, según Gerardo García, "una alegría enorme". Los hay que rondan los noventa años y los más jóvenes andan por los setenta. La mayoría sigue residiendo en Asturias, pero alguno hay que viaja desde Zaragoza. Y aunque este año ha sido una excepción por un problema de salud, uno de los veteranos estudiantes vuela desde Londres para sentarse a la mesa con sus amigos.

Medio centenar de aquellos jóvenes prometedores, ahora jubilados, asistieron ayer a una misa en la iglesia parroquial de Santa María del Naranco, en memoria de los compañeros fallecidos. Después compartieron comida en Casa Lobato. "Humor y ganas de comer no faltan", según Gerardo García, y la gran parte de la sobremesa la dedican a rememorar anécdotas de sus años como alumnos de la academia Ojanguren.

Uno de los que nunca falta al encuentro de antiguos alumnos es el hijo de Armando Ojanguren. Tampoco lo hizo ayer, aunque notablemente emocionado porque acaba de quedarse viudo. Gerardo García comentó que todos se habían esforzado ayer en arroparlo en un momento tan delicado.

La academia Ojanguren fue fundada en el año 1905 por Armando Ojanguren. Años después, la gestión del centro educativo pasó a manos de su hijo, también Armando Ojanguren. En 1965, la academia cerró sus puertas. Han pasado más de cincuenta años y sus antiguos alumnos mantienen vivo el legado de su maestro con estas reuniones de confraternización, que institucionalizaron hace ya ocho años.