"Llevo cuatro meses sin ver a mis hijos". Es el lamento de Miriam Ruiz, una mujer transexual ovetense que acusa a su marido de haberse llevado a sus dos pequeños, que ayer cumplieron diez meses de edad. Ruiz quiere saber cómo están los niños: "Sólo deseo que aparezcan; no sé si están bien, si están en Oviedo, en Madrid o en México, y parece que no le importa a nadie". Lo dice porque ayer tuvo una vista en el Juzgado para analizar judicialmente el proceso de gestación subrogada de sus dos hijos. Allí estaba su marido y ella preguntó por los niños, "pero parece que a nadie le importan, ni al juez, ni al fiscal, ni a los servicios sociales", denuncia.

En la vista, Miriam se sintió acosada y acusada. "Soy peligrosa por ser transgénero", lamenta. Es el argumento utilizado por su marido y por la fiscal para defender que el hombre se llevase a los niños, afirma la ovetense. "Están continuamente con el fantasma de la transexualidad, con el miedo transfóbico", añade la mujer.

Todo empezó hace cinco meses, cuando la pareja vivía en Alemania. El hombre firmó un documento ante notario en el que reconocía a Miriam como madre de los dos niños que habían nacido en Ucrania por gestación subrogada. Es decir, unos óvulos fecundados implantados en un vientre de otra mujer. En este caso, no eran los óvulos de Miriam, que nació con sexo masculino. En ese documento, según la mujer, el hombre reconocía "que era una buena madre, que era una mujer maravillosa y perfecta para criar a los niños". Todo eso cambió justo doce días antes de que finalizase el proceso de adopción. El hombre se fue entonces con los pequeños y Miriam se convirtió "en una madre malísima que maltrataba a sus hijos". Nunca los ha vuelto a ver y su marido se niega a decirle dónde están.

La vista de ayer supone la judicialización del proceso de adopción, algo que comenzó siendo "completamente legal" y que puede convertirse en una pesadilla para esta ovetense.

La legislación española reconoce automáticamente al progenitor en este proceso de adopción subrogada, "pero no reconoce a la madre", explica Miriam Ruiz, que critica que "el padre siempre está en una situación de poder". Da igual que los óvulos sean o no de la madre no gestante, su maternidad no está reconocida.

Por tanto, el proceso de adopción no ha culminado y Miriam Ruiz espera que la sentencia de la vista de ayer "sea justa", pero en realidad lo único que le importa son sus hijos. "Voy a seguir luchando por ellos", garantiza. Le da igual que su marido se fugase con una mujer mexicana a la que iban a contratar, lo único que quiere es volver a ver a sus niños y saber si están bien.

Ahora está en Oviedo, pero tendrá que regresar a Alemania, donde la ovetense es empleada de una multinacional que le permite teletrabajar para intentar solucionar el problema en España.