Ser el primero en el Starbucks de Oviedo tenía premio. La compañía había anunciado que a los 50 primeros que pasasen por las puertas del local que se inauguró esta semana en Oviedo le darían un regalo. Lo que no imaginaban quienes estaban haciendo cola allí (algunos desde poco después de las cinco de la mañana) es que además del regalo iban a tener otra sorpresa: los ataques en redes sociales. Hasta 100 comentarios (la mayoría con insultos) tuvo que aguantar uno de los jóvenes que decidió hacer la cola. El chico y su novio habían decidido la noche anterior durante la cena que iban a madrugar y a hacer cola. No sabían la que se les venía encima.

"Nos levantamos a las cinco, nos duchamos y fuimos", comienza su relato el asturiano. Cuando estos dos chicos llegaron a la puerta se encontraron con que ya habia gente esperando: otra chica que había llegado a las cinco de la mañana para esperar a que dos horas y media después el Starbucks de Oviedo (el primer local que la compañía tiene en Asturias) abriera sus puertas. La espera no se hizo larga. "Nos sacaron un chocolate y luego como retrasaron la apertura nos dieron un café", cuenta el joven.

"Cuando estaba allí publiqué un par de tweets con un par de fotos y en veinte minutos me empezaron a comentar el tweet la mayoría con insultos, llamándonos gilipollas por madrugar tanto, diciéndonos que vaya forma de perder el tiempo, etc... algunos eran muy ofensivos. La verdad que me pareció lamentable el poco respeto de la gente, como si uno no pudiera hacer con su tiempo lo que quiera", sentencia el joven haciendo hincapié en que respeta la libertad de expresión de la gente siempre que no se insulte ni se falte el respeto a los demás. Además, critica, en Twitter "no te ofrecen como en Facebook la posibilidad de denunciar los tweets ofensivos, simplemente te sugieren que bloquees a la persona, pero no hacen nada".

El asturiano lamenta que Twitter casi promocione el anonimato de los usuarios con tal de aumentar el número de cuentas. "Yo respondí a algunos comentarios siempre sin faltarle al respeto a nadie, pero me insultaron por todo sin medida ninguna", lamenta insistiendo en que "las compañías, sobre todo Twitter, deberían tener mucha mayor contundencia con esas cosas porque si no lo que van a acabar consiguiendo es que al final sean los gobiernos los que legislen y entonces luego nos quejaremos de que nos quitan libertad de expresión... normal, si no sabemos usarla más que para insultar y ofender a los demás".