Cualquier pequeño cambio puede suponer un esfuerzo extra o una importante lesión. "No medimos lo mismo todos los días, depende de lo que durmamos y de lo cansados que estemos, pero la variación puede ser de más de un centímetro". Por eso, explica Iván Zapico, capataz del paso de los Estudiantes, "es necesario tomar medidas de cada uno de los costaleros el día de la procesión".

Lo hicieron ayer por la mañana en la plaza de la Catedral. Zapico fue repasando la espalda y el cuello de cada uno de los cuarenta costaleros que ayer por la noche cargaron sobre sus vértebras la imagen del Señor de la Sentencia.

El capataz quería tener todo medido al milímetro para evitar problemas, aunque siempre hay imprevistos que pueden cargar más a un costalero que otro. Incluso "una línea de un paso de peatones o cualquier pequeña irregularidad del terreno se nota muchísimo".

Están acostumbrados, llevan meses preparándose, pero no se pueden jugar una lesión de espalda por una mala colocación bajo el paso. No valen las medidas normales de un metro cualquiera, hay que calcular el lugar exacto del cuello en el que descansará el paso y tras ello colocar a cada hombre en el punto justo.