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Los cultivos del Paraíso

El orégano de la herboristera

La "Origanum vulgare" tiene poder analgésico, alivia la astenia primaveral y mejora tanto las bronquitis como las faringitis

Orégano en un recipiente. PELAYO FERNÁNDEZ

En la sala de estar había un montón de revistas de moda. Mientras esperaba a que la llamasen para la endodoncia se puso a ojear una de ellas. Givenchy, Calvin Klein, Comme des Garçons, Giorgio Armani, Louis Vuitton, Dior? Los diseños eran demasiado vanguardistas, o raros, alguno claramente horroroso. Pero las modelos tenían un cuerpo fantástico, ni un gramo de más, finura de alazán. Y Maribel llevaba años ganando peso. Cayendo por el precipicio.

No le daba más la edad, siempre que no se derrumbase, pero tenía que parar el problema de los michelines. Ella necesitaba sentirse bien, y además estaba Juan. Quería seguir siendo deseada dentro de lo posible, claro, porque veinte años de matrimonio eran veinte años de matrimonio?La llamaron para pasar a la consulta. La atendió Joaquín. Cincuenta y algo años, delgado, sonriente, apacible, con gafas de pasta y facciones marcadas. Tenía la virtud de tratar a los clientes con la afabilidad de un amigo, al igual que su compañero de clínica, excelente profesional también pero más "sangrín", al que en casa llamábamos "El carnicero de Praga" sin motivo para ello, simplemente por ser grandón, de vocabulario más pedregoso, y porque le tocaban siempre las extracciones.

Recostada ya en el sillón de los sacrificios, Maribel preguntó: "Joaquín, tu eres médico; ¿qué tengo que hacer para adelgazar de verdad?" "¡Pero si tu no estás gorda, mujer!", dijo él. "Pues me sobran diez kilos, o más", respondió la víctima unas décimas de segundo antes de que Alicia, la atractiva y viva auxiliar, le llenase la boca de ferramientas.

"Vale, pues come de todo sin abusos, haz ejercicio moderado de forma continuada y disfruta de las infusiones".

Nada más salir de la consulta, Maribel se dirigió a una herboristería próxima. "Quiero infusiones y hierbas que ayuden a adelgazar". "Las infusiones van bien, pero el enemigo son las salsas. Sustitúyalas por especias aromáticas y se quitará de encima la mitad del problema por lo menos", le largó una dependiente jovencina algo resabiada, anillada con dos piercings en la nariz y con un corte de pelo copiado a los indios guaranís.

Pero la indígena se equivocaba. El orégano, "Origanum vulgare", es una planta que nace silvestre en suelos secos y que se puede cultivar sin dificultad alguna en nuestra huerta o jardín, pues basta sembrarla, preferentemente con orientación sur, en primavera, pudiendo hacernos con ella también por una simple división de matas, procurando que no le falte humedad en los momentos posteriores al trasplante, y dejándola vivir tranquila después.

Es un gran condimento que se puede utilizar tanto en verde como seco, siendo muy fácil su conservación pues basta con cortar las ramas, atarlas y dejarlas curar colgadas del techo del desván. Además de gastronómico, el orégano debe de considerarse como extremadamente salutífero, pues aparte de poseer cierto poder analgésico, y ayudar a aliviar la astenia, mejora las bronquitis, la tos y la faringitis. También tiene importante acción en todo lo relativo a nuestras cañerías alimentarias, empezando por la ya citada faringe, mejorando la digestión y ayudando al buen funcionamiento intestinal que, no olviden, son unos cuantos metros.

Por tanto, el primer error de esta historia era el consejo de la calchaqui, quechua, toba, mapuche o lo que fuera, pues nuestro orégano es una de las plantas especialmente indicadas para estimular el apetito, con lo que nuestra amiga Maribel no perdió kilo alguno, más bien lo contrario.

El segundo error, ya lo habrán descubierto ustedes, fue que nuestra amiga desconocía, como tanta gente, que a la mayoría de los varones -seguro que su Juan entre ellos- les atraen mucho más las mujeres tendiendo a rellenas que a huesudas, digan lo que digan los modistos. Que tengan donde agarrar.

En el fondo es algo atávico: las hembras capaces de almacenar grasa tenían más capacidad de cría que las mal alimentadas. Y nos ha quedado. Así es la vida.

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