Javier Perianes ya había declarado su satisfacción por estar en Oviedo (de hecho llegó un día antes) y por volver a tocar con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), de la que había dicho que los contactos entre ambos siempre fueron positivos. También resaltó que siempre estuvo muy a gusto haciendo música con la sinfónica asturiana. Y esa conexión se palpó ayer en el concierto que el músico andaluz ofreció en auditorio de Oviedo.

Los aficionados a la música clásica celebraron el regreso del pianista y ese reencuentro con la OSPA, para renovar éxitos en las plazas asturianas. Con Brahms le recordaba aún el público hace ya diez años compartiendo escenario con la Sinfónica asturiana. Y con la música de este compositor romántico regresó Perianes, tras abrir la temporada de la orquesta en 2014, para mostrar su paleta sonora al teclado junto con la formación asturiana, bajo dirección de Andrew Grams.

Perianes es un nombre imprescindible del auditorio carbayón, donde el público ha podido seguir su evolución artística estos años. Así, la OSPA cautivó con otro de sus programas del ciclo "Orígenes", esta vez en clave húngara, con las "Escenas húngaras" de Bartók y la "Rapsodia húngara, n.º 2" de Liszt, para mostrar su flexibilidad orquestal en la primera parte de la velada, antes ya del "Concierto para piano n.º 2 en si bemol mayor, op. 83" de Brahms, protagonizado por el pianista onubense, que ocupó la segunda parte

Como anécdota caber resaltar que se rompieron dos cuerdas del piano en el registro agudo, pero que eso no fue obstáculo para que Javier Perianes continuara con la interpretación del concierto de Brahms. Siguió adelante y de hecho lo hizo regalando una propina de Chopin.