"No tengo suficientes palabras de agradecimiento para los clientes y para los trabajadores que nos han acompañado durante todos estos años". Mari Paz Prado, que hace tres lustros se convirtió en la primera mujer española en dirigir un taller mecánico, apenas pudo contener la emoción ayer, durante la multitudinaria celebración del 50º aniversario del negocio familiar que regenta en la calle Gloria Fuertes (antigua Comandante Vallespín) de la ciudad. Al acto asistieron decenas de invitados, entre ellos el alcalde ovetense, Wenceslao López; el director general de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), Alberto González, y el presidente de la Asociación del Automóvil del Principado de Asturias, Rogelio Cuesta. Todos ellos destacaron el buen hacer profesional y el coraje demostrado por Mari Paz para ponerse al frente del taller en unas condiciones personales muy complicadas.

Y es que tras este medio siglo se esconde una historia de duro trabajo. Primero de José Manuel Blanco, el marido de Mari Paz, fundador del negocio en 1968. Después, el de esta mujer valiente y laboriosa, que se hizo cargo del taller tras quedarse viuda hace quince años y cuando, según confiesa ahora, no sabía ni lo que era una llanta. "Muchos pensaron que estaba loca, que cómo me atrevía... pero aquí estamos celebrando el 50º aniversario y pensando en cumplir muchos más", apunta Mari Paz con evidente satisfacción.

Todo arrancó en 1968, cuando José Manuel Blanco llega a Oviedo desde el Escamplero y monta un negocio dedicado a la mecánica del automóvil. Trabaja fuerte y consigue hacerse un nombre dentro del sector, mientras Mari Paz ejerce de ama de casa. Pero aquellos días felices tuvieron un trágico final. Un infarto fulminó a José Manuel cuando festejaba junto a su esposa el 25º aniversario de su boda en un conocido restaurante de la ciudad. "Nunca se me olvidará que estábamos bailando el vals de las mariposas", rememora con emoción Mari Paz, quien no duda en señalar que la fiesta de ayer estuvo dedicada a su "inolvidable" marido.

El duro golpe personal recibido no arredró a Mari Paz. En lugar de quedarse en casa para lamentar la inesperada muerte de José Manuel, esta mujer decidió dar un paso adelante y hacerse cargo del negocio familiar. Los comienzos no fueron nada fáciles. La mecánica era un mundo desconocido para ella. Del taller se venía encargando el hombre de la casa y Mari Paz se dedicaba a las labores domésticas. Sin embargo, el esfuerzo acabaría dando sus frutos. Aquella mujer que no sabía lo que era una llanta empezó a empaparse de los conocimientos de su plantilla, integrada por una decena de profesionales, y se apuntó a numerosos cursos relacionados con el automóvil hasta convertirse en una experta y en un referente en el sector de la ciudad.

"Ha merecido la pena", reconocía ayer una Mari Paz abrumada por las innumerables muestras de cariño recibidas.