"Nunca pensé que iba a decir '¡Su puta madre!' en voz alta dentro de una capilla. Ahora estoy algo más desinhibido". Luis Alberto Sánchez, de 59 años, es uno de los 23 alumnos del taller de interpretación de canción de salón, café, opereta y cabaret de los años 20, 30 y 40 que organiza -hoy por último día- la Cátedra Leonard Cohen de la Universidad de Oviedo en la capilla y en el Aula Magna del edificio histórico de la Institución académica.

El curso forma parte de unas jornadas más amplias que analizan el contexto político, cultural y social de Europa a partir de la segunda década del siglo XX tomando como base la música popular de aquella época, a medio camino entre la sensualidad y las reivindicaciones obreras, sexuales y de género. De hecho, el título que da nombre a las actividades -"Echad a los hombres del Parlamento"- es una canción que el berlinés Friedrich Hollaender compuso en 1926 durante la República de Weimar para un acto de reivindicación feminista y denuncia de violencia masculina.

Los alumnos son estudiantes de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (Esad), miembros de agrupaciones corales o aficionados al canto de entre 19 y 67 años. El pianista Borja Mariño y el profesor de teatro Nacho Ortega les enseñan cómo entonar temas de Kurt Weill, Satie o Calleja, y a moverse en el escenario al estilo de La Bella Dorita, Raquel Meller o Fornarina.

"Aquí te ofrezco el higo, la fruta más sabrosa, la más estimulante, la más apetitosa. La fruta que a los hombres les gusta con pasión. Por el higo muchos de ellos se han quedao' sin un botón". "El chotis del higo" es uno de los temas que los alumnos ensayan dejando a un lado el pudor. Pero la selección incluye, entre otras canciones, "La pulga" o "La vaselina" ("Estoy muy sobresaltada porque ya se acerca el día que del brazo de mi novio entraré en la vicaría. Ya me han encargado el traje, que es de encaje y tela fina. Y papá para este viaje me ha comprado vaselina").

Según el profesor de la Esad, Ortega -también director y actor-, es necesario tener en cuenta el contexto para entender ese tipo de espectáculos. "Partimos de un juego en el que el subtexto lo pone el espectador. Es innegable que muchas letras tienen tintes eróticos, pero entonces las artistas no podían permitirse el lujo de comportarse como una ramera. Jugaban con los dobles sentidos". De la misma opinión es el pianista e investigador Borja Mariño, para quien algunos temas muestran la primera lucha por visibilizar la homosexualidad.

La heterogeneidad de los alumnos, provenientes de la interpretación y el canto, ha enriquecido el resultado final. Así lo explica Icíar Díaz, estudiante de la Esad. "Llevo mejor la parte de teatral que el canto, pero es genial ver que a los del coro de la Zarzuela, por ejemplo, le pasa al revés. Aprendemos unos de otros".

Las jornadas continúan hoy a las 20.30 horas con una conferencia de Enrique Cabo, profesor de la Universidad de Murcia, en el Ópera Café y finalizan mañana con un concierto a las 20 horas en la sala "La Salvaje".