Vandalismo, gracieta o intervención artística, las estatuas de Oviedo son una víctima fácil para todo tipo de acciones en la calle. Esta semana le ha pasado a la estatua del ciclista Samuel Sánchez. Presidiendo la calle que también lleva su nombre desde la primera aplicación de la ley de la memoria histórica (fue con Gabino de Lorenzo en la alcaldía cuando dejó de llamarse calle Coronel Teijeiro y tomó el nombre del ciclista), la estatua, a escala real, representa a Samuel Sánchez mordiendo el oro olímpico que logró en Pekín en 2008 y alzando un dedo en señal de victoria. Pues es en ese dedo donde alguien le ha colocado un donuts a Samuel Sánchez.

Para redondear la gracia, el donuts tiene un mordisco y no es del día. Porque lo que también ha llamado la atención de los vecinos es que la estatua de Samuel Sánchez lleva así, convertida en un improvisado homenaje a la bollería industrial, varios días. Al menos el lunes por la mañana ya estaba la estatua coronada y ayer, 24 horas más tarde, seguía con el mismo aspecto.