"Ataúlfo Argenta fue un adelantado a su tiempo; ningún director de orquesta nacido en España ha tenido la proyección internacional que él tuvo". Así lo contó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Ana Arambarri, autora del libro "Ataúlfo Argenta. Música interrumpida", en el que cuenta la doble cara del drama y el triunfo que siempre acompañaron al maestro, pianista virtuoso, nacido en Castro Urdiales en 1913 y fallecido en Madrid en 1958.

Arambarri contó con testimonios privilegiados para realizar el libro, por la estrecha relación que su familia mantuvo con Argenta y su mujer, la gijonesa Juana Pallarés. "Mi madre fue alumna suya de piano en Segovia; con el paso del tiempo Juana y ella se hicieron amigas inseparables", explicó Arambarri.

Hasta tal punto llegó la amistad que la madre de la escritora llevó durante muchos años los anillos de bodas de los Argenta. "Cuando ella murió se los devolvimos a los hijos". Juana Pallarés y Argenta, que fundó la orquesta de Radio Nacional y fue director de la Orquesta Nacional, tuvieron cinco hijos. Uno de ellos fue Fernando Argenta, conocido presentador y divulgador de música clásica, que falleció en 2013.

El éxito fulgurante y el drama siempre fueron de la mano en la vida de un genio de la música que pasó penurias en la Guerra Civil y más tarde en Alemania, cuando estalló la Guerra Mundial. La presentación corrió a cargo de Jaime Álvarez-Buylla, presidente de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, que trató a Argenta durante sus visitas a Asturias y en Madrid. "Tenía una personalidad única y una forma especial de dirigir", señaló Álvarez-Buylla, que guarda como oro en paño una batuta que perteneció al maestro, así como una grabación de la "Novena Sinfonía" (para él, obra cumbre de la música), que dirigió en Oviedo, con palabras de despedida, que ayer emocionaron a Ana Arambarri y al resto del público.