El funeral por el eterno descanso de Federico Fernández Navarro-Hevia, uno de los últimos defensores de Oviedo, reunió ayer en la iglesia de San Francisco Javier de la Tenderina a familiares y a muchos amigos que abarrotaron el templo, entre ellos una representación de la Hermandad de Defensores de Oviedo.

"Fue un hombre de fe, valiente, de convicciones profundas, que lo largo de su vida transmitió nobleza y el sentimiento del deber cumplido", comenzó diciendo Alberto Reigada, párroco de San Francisco Javier, como prólogo del funeral.

Todos estos valores le hicieron al comandante de Infantería en la reserva merecer la codiciada medalla de la Laureada Colectiva de San Fernando, por su intervención en el cerco de la capital asturiana durante la Guerra Civil, cuando sólo era un niño de unos 13 años.

Tiempos difíciles en los que Federico Fernández Navarro-Hevia, como voluntario, realizó labores de correo llevando comunicados entre el cuartel general y la primera línea defensiva de la ciudad, entre otros puestos, como el de la Guardia Civil. Falleció el pasado sábado a los 94 años.

El sacerdote Alberto Reigada recordó la letra de "La muerte no es el final", una canción que se canta en el Ejército español en los funerales por los militares que fallecen en acción de guerra.

"Él representó los mejores valores de la milicia y de la Iglesia, y esta parroquia era su lugar en la fe, sobre todo los domingos en la misa de las doce y media, en la que Federico se alimentaba de la eucaristía".

Su viuda, Margó Álvarez de la Fuente, y sus hijos, Federico, Margarita, Mariví, Javier, José Ignacio y Juan Marcos, recibieron el cariño de todos los asistentes, entre los que se encontraban profesionales vinculados al mundo del derecho, ya que el fallecido regentó durante muchos años la conocida gestoría Navarro-Hevia, en la calle Asturias.