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Botas para andar en familia | Por tierras de Villaviciosa

Caminos de arte, mar y paisaje

La ruta de Les Mariñes descubre al viajero la historia de los viejos azabacheros y las leyendas de los pescadores de Tazones

La ruta de Les Mariñes, en el concejo de Villaviciosa, avanza pegada al mar. Debido a la inexistencia de caminos y a la gran cantidad de matorral existente en el acantilado muchas veces se desvía, en busca de los mejores enclaves para caminar.

La primera parte del recorrido coincide con la ruta del Azabache. Comienza en el puerto pesquero de la villa de Tazones, desde donde hay que subir hasta la parte alta de la localidad. El ascenso avanza por un estrecho y pendiente sendero en zigzag, a través de una especie de escalera empedrada y un eucaliptal. Echando la vista atrás se divisa el puerto entre los claros de la arboleda. Unas veces se sube por los escalones y otras por senderos hasta llegar a la zona más elevada.

El sendero desemboca en una pequeña carretera junto al faro de Tazones, que aparece a la derecha, en Villar. Entró en funcionamiento desde 1864 y fue electrificado en 1928, es uno de los mejor conservados y cuidados del litoral asturiano. En 1953 se instaló una sirena.

Desde allí se gira a la izquierda y se continua por la carretera durante unos metros. Se debe ignorar el primer desvío a la derecha. Es posible ver en algún prado las varas con la hierba segada, que los ganaderos hacen para conservarla durante el invierno.

El recorrido prosigue en el siguiente desvío a la derecha, hasta alcanzar el acantilado. Merece la pena continuar unos metros hacia una bonita casa cercana desde donde se obtiene una magnifica vista de la playa de Rodiles y de la costa.

De vuelta al punto anterior se sigue por el camino que va encajonado entre los cierres de las fincas. Es necesario llegar a los eucaliptos que se ven al fondo. El camino se estrecha al entrar en el eucaliptal siguiendo dirección oeste, pronto surge con un desvió que se debe ignorar. En primavera todo está cuajado de flores. El camino sigue encajonado entre la maleza, con alguna vista de la costa.

Al llegar al siguiente cruce se gira a la derecha, llevando a la izquierda una pomarada. Pronto se llega a una desviación a la derecha, que se debe ignorar, siguiendo por el camino izquierdo, que se dirige hacia el oeste, llevando a la izquierda los manzanos y a la derecha los eucaliptos. Al acabar la pomarada se entra en una zona de matorral desde donde se contempla el mar y surge una vaguada casi enfrente.

Para ir hacia Punta del Olivo es necesario descender hacia el mar dando un giro de casi 180 grados. Al llegar al fondo de la vaguada se cruza el arroyo de Ribarán por un pequeño puente de madera, para ascender por el estrecho sendero hasta encontrar un banco de madera donde descansar. Desde la Punta del Olivo se divisa casi todo el acantilado hasta la Colina del Cuervo en Gijón y en primer término la Cruz de Ureta.

El camino llega a una pequeña explanada. Si se sigue hacia la derecha se llega a la iglesia de San Félix de Oles. El estrecho sendero se interna en una ladera totalmente cubierta de maleza.

Para ir hacia la Cruz de Ureta se vuelve a cruzar otra vaguada. Un camino a la derecha que conduce al acantilado, donde se aprecian 12 rastros de dinosaurios bípedos orientados en diversas direcciones, que sólo se ven en marea baja.

Desde la iglesia de San Félix se continua durante unos metros por la pista hasta el siguiente cruce, donde aparece a la derecha una finca cerrada con un pequeño murete de bloques de hormigón. Desde allí se puede regresar a Tazones siguiendo de frente por los múltiples caminos que existen o bien continuar con la ruta.

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