El anuncio del concejal de Seguridad Ciudadana de revisar la ordenanza de convivencia para eliminar la prohibición de beber en la vía pública por una tipificación más concreta para atajar el "botellón" provoca discrepancias entre los colectivos vecinales del Antiguo. Mientras unos temen que los cambios sirvan para beneficiar a "intereses privados concretos" otros apoyan la limitación de las multas "sólo" a los consumidores que "causan problemas".

Aunque todos coinciden en que lo prudente es esperar a la redacción definitiva de la norma, existe una parte de los residentes "mosqueados" ante la posibilidad de que la modificación de la ordenanza esconda una motivación final de aumentar la permisividad sobre la hostelería. "Estamos a la espera, aunque pedimos que esto no se convierta en una revisión a la carta para los intereses económicos de un sector", declara el presidente de la asociación de Afectados por la Movida, Miguel Clemente.

Desde la asociación de vecinos de El Fontán se muestran más tajantes y rechazan la necesidad de cambiar la norma. "No hay por qué meter mano a una ordenanza que se hizo hace poco tiempo con consenso y está funcionando bien", declara la presidenta del colectivo, Ana Isabel Álvarez, totalmente en contra de las peticiones de la hostelería de favorecer comportamientos como "salir a la calle a echar un pitillo con la caña", pues cree que supondrían "un retroceso" en la lucha contra el ruido y el alcoholismo. "Lo de sacar las consumiciones sería un espanto", indica.

Otros ven con buenos ojos la predisposición del edil de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, a centrar los castigos en los comportamientos caracterizados por generar "suciedad, molestias o que atenten contra la salud pública. "Lo que genera problemas en el casco Antiguo es el 'botellón' por lo que lo sensato es perseguir a los que lo hacen y no lo a la hostelería", comenta Manuel Almeida, partidario de acompañar el cambio normativo de alternativas de ocio juvenil. "Habría que aprovechar La Vega u otros espacios inutilizados de la ciudad para ofrecer actividades interesantes para los jóvenes", sugiere Almeida.

Límites a los excesos

De todos modos, los vecinos escépticos sobre las medidas aseguran haber recibido una llamada tranquilizadora del propio edil. "Nos transmitió que la revisión está todavía en una fase inicial y que las condiciones de las licencias de los locales impiden el libre albedrío a la hora de consumir en la calle", comenta Miguel Clemente, que reclama más prudencia al tripartito a la hora de hacer anuncios sobre normas todavía no redactadas.