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La pasión de Carlos Paniceres

El presidente de la Cámara de Comercio se volcó en la empresa familiar de ambulancias tras abandonar su vocación política en el CDS

Carlos Paniceres, ante una ambulancia, en el HUCA.

A última hora de aquel 6 de diciembre de 1978 en que los españoles refrendaron de forma abrumadora en las urnas la nueva Constitución democrática, el taxista Argentino (Gento) Paniceres emprendía con su familia un viaje de Nava a Játiva para comprar en tierras valencianas su primera ambulancia. En el coche iba su hijo pequeño, Carlos Martín, de nueve años de edad, que iniciaba así, sin ser consciente de ello, el trayecto vital que le ha llevado a ser consejero delegado de Transinsa, una de las empresas de transporte sanitario más importantes de España, y a la presidencia de la Cámara de Comercio de Oviedo, cargo que asumió el pasado miércoles ante la atenta y satisfecha mirada de su padre.

Aquella primera ambulancia adquirida en Játiva cambió la vida de la familia de Gento Paniceres, que había sido minero y albañil antes de iniciarse en el mundo del transporte llevando y trayendo emigrantes asturianos a Bélgica. Este yerbatu, nacido en 1935, no cambió el taxi por la sirena, así que fue su esposa Araceli, quien, tras sacarse el carnet de conducir camiones, se puso a los mandos del vehículo sanitario, algo que ninguna mujer había hecho antes en Asturias. Carlos, como su hermano Ángel, mamó el mundo de la ambulancia en casa. La emisora estaba en la cocina del domicilio familiar de Nava, un piso ubicado en la calle La Colegiata, justo encima del entonces consultorio médico de la villa sidrera. Los avisos de urgencia llegaban a cualquier hora y no era extraño que los niños se subieran a la ambulancia con Araceli para que no viajara sola por las noches.

El hijo pequeño de Gento, nacido el 28 de agosto de 1969, estudió la EGB en el Colegio Público San Bartolomé de Nava y completó el bachillerato en el ovetense colegio de la Asunción, en el Seminario. A pesar de lo que vivía en casa, la verdadera vocación de Carlos no estaba en el transporte sanitario, sino en la política, su gran pasión juvenil. Admirador de Adolfo Suárez, al que conoció personalmente, se afilió al CDS con 18 años, recién estrenados unos estudios de Magisterio que luego completaría con la licenciatura en Historia. Dirigió la agrupación centrista en Nava y en 1991 accedió a la secretaría general de las juventudes del partido en Asturias. En aquel entonces, el exalcalde de Oviedo Agustín Iglesias Caunedo estaba al frente de Nuevas Generaciones del PP y Noemí Martín encabezaba la rama juvenil de IU.

La trayectoria pública de Carlos Paniceres, que fue en las listas del CDS al Senado, se completó con la dirección de la Oficina del Defensor del Soldado y de Derechos Civiles. Con el declinar de la formación centrista, el naveto decidió abandonar la política, cambiando de pasión para centrarse en el negocio familiar de las ambulancias, que ya había crecido de forma notable gracias al incansable empuje de Gento y Araceli. Y también a la gran labor de trabajadores como el inolvidable Luis Canellada.

Ya plenamente integrado en el mundo de la empresa, Carlos Paniceres desempeñó un papel muy relevante en el proceso de reorganización del transporte sanitario de la región, hasta culminar el camino emprendido por su padre en Asetra. A comienzos de los años ochenta del pasado siglo funcionaban en Asturias cerca de medio centenar de firmas de ambulancias, cantidad que ya se había reducido a ocho, una por cada área sanitaria, cuando el Insalud, en un momento en el que Asturias aún no tenía asumidas las competencias en la materia, decidió que hubiera un único centro de gestión en cada provincia. Aquello obligó a emprender un complicado y tenso proceso de integración que derivó en la creación de una unión temporal de empresas (UTE) para acudir al primer concurso ministerial. Para el segundo, cinco empresas del sector crearon Transinsa, compañía que, de la mano de Paniceres, no ha dejado de crecer. Hoy supera los 450 empleados.

Casado con Elena López Arranz y padre de Carmen y Celia, Carlos Paniceres es un buen aficionado a la pesca y seguidor del Real Oviedo. A pesar de su intensa actividad profesional, no ha perdido el contacto con Priandi, el pueblo de Nava en el que pasó la infancia y donde conserva grandes amigos. Orgulloso de sus orígenes rurales y de su familia, el flamante presidente de la Cámara de Comercio heredó de Gento y Araceli el sentido del trabajo, la constancia y la tenacidad que definen una trayectoria vital que se inició con aquel ya lejano viaje a Játiva.

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