Pablo Blanco, el ovetense que participó en la muerte y descuartizamiento de su hermana en un piso de Vallobín, es ahora "una persona de trato fabuloso", que escribe relatos literarios "de gran nivel" y devora libros de ciencia ficción. Según ha podido saber este diario, el hombre que fue encarcelado en el año 2009 como uno de los cuatro protagonistas del crimen más espeluznante que se recuerda en Oviedo lleva seis meses viviendo en un piso tutelado del barrio de Pumarín y asiste semanalmente a un taller literario para personas con discapacidad intelectual que se desarrolla en el campus del Milán.

La actitud de Pablo Blanco desde que entró en la cárcel -con una condena de nueve años y diez meses- "siempre ha sido intachable", un hecho que facilitó que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria haya permitido que cumpla el tercer grado, tras ocho años de internamiento, en un piso tutelado en lugar de hacerlo en el Centro de Inserción Social (CIS) del centro penitenciario de Asturias.

Pablo Blanco, que se muestra muy arrepentido de lo que ocurrió, tiene un contacto frecuente con su padre, Gil Blanco, y con su madre, Rosario Blanco, testigo y víctima del régimen de terror que se instauró en el piso de la calle Mariscal Solís por los principales autores del crimen: Jesús Villabrille, "El Duque"; su pareja, Larisa L. R., que tenía entonces 17 años, y Cristian Mesa, condenados a largas penas de prisión. Blanco trata de olvidar aquella espeluznante pesadilla, en la que fue obligado incluso a mantener relaciones con su hermana. Guarda un gran agradecimiento a los responsables de la prisión de Asturias, que le ayudaron a "normalizar" su vida.

María Luisa Blanco falleció después de una interminable sesión de torturas, en la que se ensañó especialmente Larisa L. R. Tras tundirla a golpes y obligarla a permanecer de pie largo rato -tenía una enfermedad que se lo impedía-, la obligaron a beber el contenido de una botella de whisky, lo que la mató.

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