A José Antonio Arbiza le falta la pierna izquierda a consecuencia de un cáncer de huesos que también le está afectando a la derecha. La enfermedad obliga a este langreano a desplazarse en silla de ruedas desde hace seis años y a vivir en una residencia adaptada de Oviedo en la que su día a día resulta mucho más fácil; pero Las Cuencas le siguen tirando y el hombre necesita acudir regularmente a Langreo para estar con familiares y amigos. Para él es la mejor medicina, pero asegura que lleva más de un año sin poder viajar en tren por las barreras que se encuentra en la estación de Uría.

La principal se encuentra a la hora de acceder desde el andén al interior del tren. "La puerta no queda a la altura del suelo y se forma un escalón que yo no puede subir con la silla. Antes solía pedirle a un amigo de la residencia que me acompañase cada vez que iba a Langreo, pero ahora no puede venir y yo no puedo hacerlo solo", explica Arbiza, que tiene 51 años y no cuenta con familia directa. "Mis padres y mi hermano han fallecido y yo no puede estar dependiendo de los demás. Ya he denunciado el problema en varias ocasiones, pero sigue pasando el tiempo y aquí nadie hace nada".

José Antonio Arbiza explica que el problema que hay en Uría no existe en la estación de Llamaquique, pero sí a lo largo de la mayoría de las paradas de la línea que discurre entre Oviedo y El Entrego, la que él usa para ir a Langreo. "Puedo subirme en Llamaquique, pero luego no puedo bajarme en La Felguera ni en Sama porque estoy exactamente igual. Lo único que pido es poder desplazarme de forma independiente, algo que debería de ser lo normal en el año en el que vivimos. Tampoco es fácil hacerlo en autobús porque la mitad de las rampas que tienen no funcionan. Y no es plan de andar pagando un taxi cada vez que quiera ir a ver a mis amigos o a arreglar papeles en Langreo", añade.

José Antonio Arbiza también se ha encontrado con problemas en otras líneas de Renfe. "La última vez que fui desde Oviedo hasta Gijón no funcionaban los baños. La verdad es que es una vergüenza que las personas como yo, que desgraciadamente somos muchas, sigamos siendo ciudadanos de tercera con respecto a los demás", subraya.