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Botas para andar en familia | Por tierras de Pesoz

Paseo por el reino de la magia

El recorrido que va de Pelorde a Argul pasa por molinos y bosques encantados que transportan al caminante a otro mundo

El río, rodeado de vegetación de ribera. A. A.

La ruta que va de Pelorde a Argul, en el concejo de Pesoz, se inicia en la parte baja del pueblo. Allí se encuentra un camino que sale entre una casa de piedra y otra que está derruida. Ambas están unidas por los restos de un emparrado. El itinerario va en sentido descendente, por un solado totalmente cubierto por verde y hojarascas, encajonado entre muros de piedra.

A los pocos metros aparecen los restos de una abrevadero usado por el ganado que conducen a una frondosa trinchera bajo la cubierta de los arboles, donde al poco tiempo se ve el puente que cruza el río Ahío. Casi inmediatamente aparece el molino de Sequeiros

Tras cruzar el puente se divisa a la izquierda el molino de Pelorde, de 1920, hacia el que hay que dirigirse. El molino está en semirruina. Puede visitarse para contemplar las dos enormes piedras de moler, así como el resto de maquinaria.

Desde el molino se regresa al camino, que en ascenso a través de un sendero algo cubierto por la maleza y bajo la cubierta de los castaños, va a dar a una pista hormigonada que se asemeja a un empedrado.

A los pocos metros sale un camino a la derecha que discurre totalmente encajonado entre dos setos. El sendero atraviesa una pequeña zona de prados. El caminante lleva la derecha una pared de piedra que delimitan unos prados y luego va por una zona de monte bajo. El sendero es bastante llano al principio y permite disfrutar de una bonita vista de esa parte del valle.

Ademas, el sendero está totalmente tapizado de hierba y musgo hasta que llega a un pequeño arroyo que tiene a la izquierda una pequeña cascada. Aparece entonces una especie de bosque encantado con árboles totalmente cubiertos de musgos y líquenes, también presentes en las piedras que delimitan el sendero. Se atraviesa por una zona con el camino labrado en la roca y se entra a continuación en un pinar con el suelo totalmente tapizado por las acículas de los pinos.

El silencio sólo es turbado por el cantar de las aves y las pisadas. Poco a poco se va descendiendo en busca del río Agüeira, entrando en una zona de retorcidos castaños, con figuras que parecen figuras mitológicas surgidas de la imaginación. Pronto se escucha el ruido del río. Entre la espesura de la arboleda se ve un puente.

Argul se asienta en una zona de media montaña, con una orografía compleja acentuada por la excavación producida por el río Agüeira, lo que ha dificultado enormemente las posibilidades de desarrollo del núcleo, tanto desde la perspectiva de su emplazamiento sobre roca madre y ladera excavada como de su situación en relación con otros asentamientos del concejo de Pesoz.

El pueblo, hoy casi abandonado, constituye una de las mayores singularidades arquitectónicas del occidente asturiano.

Conserva sobrias edificaciones de piedra que se apoyan en el roquedo natural y en algunos casos sobre el propio muro del camino, dejando túneles en el medio para el paso de personas y ganado, configurando así un arracimado complejo de paisajes subterráneos bajo las propias casas, que se denominan veiriles (túneles de las callejas).

Estos túneles y pasadizos se forman debajo de las viviendas, unidas en su parte superior por altos corredores de madera que permiten recorrer el pueblo de arriba abajo sin pisar el suelo.

El conjunto es abigarrado y su configuración parece cerrarse sobre sí misma, a modo de anillo concéntrico.

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