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El día a día de los asesinos de Vallobín

Dos de los cuatro condenados por matar y descuartizar a María Luisa Blanco siguen en prisión, mientras su hermano ha salido y la menor tiene permisos

Jesús Villabrille, poco después del crimen, en los Juzgados de Oviedo. NACHO OREJAS

El crimen de María Luisa Blanco es sin duda uno de los episodios más macabros de la historia negra de Oviedo. La mujer fue brutalmente asesinada en un piso de Vallobín tras sufrir un rosario de vejaciones y su cuerpo apareció descuartizado en la nevera después de que su hermano lo trocease con la ayuda de otros tres jóvenes que se habían instalado en su casa. Su intención era darle los restos a los perros para tratar de ocultar los hechos, pero fueron atrapados antes de conseguirlo. Aquel horrendo suceso se registró la noche de San Juan del año 2009. Ahora, casi nueve años después, las vidas de los cuatro condenados han tomado caminos diferentes. Dos de ellos siguen en la cárcel, pero el hermano de la víctima y Larissa L. R., que por entonces era menor de edad, ya están en la calle. Ésta es la situación actual de cada uno de ellos:

Jesús Villabrille, el cerebro. En el momento de los hechos tenía 19 años y se hacía llamar "El Duque". Según quedó reflejado en la sentencia, el fue el cerebro del asesinato. Desde que llegó a vivir a la casa de la calle Mariscal Solís se hizo con el control absoluto del piso y estableció un régimen de terror con el uso de la violencia. La noche del crimen dirigió al resto de condenados y participó activamente en los hechos. Fue el principal acusado.

Según fuentes consultadas por este diario, "El Duque" es el que menos se ha adaptado a la vida en prisión. Al poco tiempo de ingresar en el penal de Mansilla de las Mulas (León) tuvo problemas con otro interno y le asestó una puñalada. Según llegó a explicar su padre, intentó suicidarse en varias ocasiones y amenazó con ponerse en huelga de hambre al considerarse inocente. Luis Alberto Álvarez Arboleya, su abogado, asegura que su cliente nunca fue muy participativo entre rejas. "La verdad es que no ha hecho muchos cursos ni nada de eso. Lo único que me pregunta cuando hablo con él es cuándo va a salir de allí". Pues aún le queda. A Jesús Villabrille le cayeron 77 años de cárcel y el máximo que puede cumplir son 30, con lo que le restan 21.

Su carácter le llevó a ser trasladado a la prisión de El Puerto de Santa María (Cádiz), pero allí estuvo poco tiempo porque su letrado consiguió que lo devolviesen a León. Recientemente ha presentado una denuncia por haber recibido una supuesta paliza por parte de los funcionarios. Jesús Villabrille tiene un hijo con otra de las condenadas (Larissa L. R.). El pequeño vive con la madre de "El Duque". La relación con Larissa L. R. se mantiene. "Al menos hasta donde yo sé", dice su abogado.

Larissa L. R., la inductora. Entró en el piso de Vallobín de la mano de "El Duque". Era su novia y tenía 17 años. La sentencia dictada por el juez de menores de Oviedo señala que ella fue la inductora del crimen, la que inició la discusión y los golpes que llevarían a la muerte a María Luisa Blanco y la que jaleó al resto de los autores. El fallo del juez dice que al ver el cuerpo exánime de la mujer, discapacitada, puso el pie sobre el cadáver mientras exclamaba: "¡Ahí tienes tu merecido, guarra, zorra!".

Como era menor de edad fue juzgada como tal y se le condenó a diez años de internamiento en el centro de Sograndio. Quienes la conocen aseguran que desde un primer momento se mostró cambiada y que se interesó por los estudios. Hoy en día es graduada en Magisterio. Aunque aún le queda poco más de un año para cumplir su condena, ya disfruta de permisos desde hace tiempo y algunas fuentes señalan que ya ha acudido a la cárcel a ver a su novio en varias ocasiones. Su hijo vive con su suegra, pero piensa recuperarlo cuando salde sus cuentas con la justicia. De ella dicen que se ha convertido en una mujer "adulta, muy integrada y con grandes habilidades sociales".

Cristian Mesa, el "sicario". Fue el primero que llegó a vivir a la casa en la que residía la que después fue su víctima. Tenía por entonces 21 años. Después llegó "El Duque" y Cristian Mesa se puso de su lado. Jesús Villabrille "comenzó a ejercer un dominio sobre el resto de moradores, con la participación activa y consentida de Cristian", dice la sentencia que condenó a Mesa a 62 años de prisión. El mismo fallo añade que el día de autos "participó activamente en todos los hechos" y que "asumió el papel de sicario durante el acto voluntaria y conscientemente".

Cristian Mesa, al igual que "El Duque", cumple condena en Mansilla de las Mulas y se arrepiente a diario de haber participado en el asesinato. "Se adaptó muy bien desde el principio. Siempre ha colaborado y ha hecho cursillos en la cárcel. Fue una víctima más de Jesús Villabrille, es un chaval manipulable y temeroso", explica Julio Noriega, que lo defendió en su día como abogado. "Ahora lo lleva uno de Madrid", añade.

Mesa siempre ha dicho que "El Duque" era el que mandaba. Su arrepentimiento, no obstante, le llevó a escribir una carta dirigida a las religiosas y profesores del colegio La Inmaculada. "Estuvo aquí desde los 12 hasta los 16 años. Era un buen chico, pero tenía algunos problemas familiares. Nos escribió esa carta porque nosotros éramos como su familia. A veces sólo buscaba una palabra cariñosa y tener con quién hablar", dice un docente del centro. A Cristian Mesa aún le quedan al menos 21 años de internamiento entre rejas.

Pablo Blanco, el hermano. Llegó a apuñalar a su hermana y a estrangularla. Después fue el encargado de descuartizarla por orden del resto de los condenados. Pero aun así fue el condenado con menos pena, un total de nueve años y diez meses. No en vano, cuando se produjo el crimen, se realizó un informe sobre el desarrollo intelectual, educativo y social de Pablo Blanco y se concluyó que tenía la edad mental de un niño de 8 años. Su abogado, Fernando de Barutell, sigue sosteniendo que lo hizo por miedo a Jesús Villabrille y a Cristian Blanco. De hecho, se le aplicó la atenuante de "miedo insuperable".

Pablo Blanco ya ha salido en libertad, como adelantó LA NUEVA ESPAÑA la semana pasada, y lleva seis meses viviendo en un piso tutelado del barrio de Pumarín. Ahora es "una persona de trato fabuloso", que escribe relatos literarios "de gran nivel" y devora libros de ciencia ficción. "Participa activamente en todas las actividades que se llevan a cabo en el taller y escribe muy bien. Ya ha pagado su condena y ahora trata de vivir haciendo lo que le gusta", explican las personas que lo conocen en esa nueva faceta. En sus relatos "siempre están muy presentes temas como el respeto y la humanidad". Quienes conocen su periplo en la cárcel sostienen que Pablo Blanco era un fijo en todos los cursos que se ofrecen a los internos. Esas mismas voces afirman que estuvo en talleres de cerámica, tapicería y jardinería, entre otros muchos. Desde su círculo más cercano aseguran que Pablo Blanco vive a diario con el recuerdo de aquella atroz noche. "Siempre está repitiendo que echa de menos a su hermana, pero que le obligaron".

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