Fue, probablemente, el concierto más singular que haya ofrecido Igor Paskual, guitarrista de Loquillo, astro del glam rock asturiano con el ya mítico grupo "Babylon Chàt". Además de músico y compositor, y de dominar la escena como pocos, Paskual es licenciado en Historia del Arte, algo que exhibió ayer en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, dentro del programa del Día Internacional de los Museos. Como historiador, guió a varias decenas de amantes de la pintura por las salas del museo con su conocimientos sobre los artistas y, como músico, hizo que los cuadros sonaran como nunca: al término de cada explicación interpretaba una pieza musical acorde con la época de la obra que acababa de comentar.

Es lo que tiene el rock, que te confiere un magnetismo especial, incluso cuando la escena es tan insólita como la sala de un museo, que se supone hecha para el silencio contemplativo y sin músicas que molesten al ojo. Paskual comenzó su concierto artístico ante el retablo de los Santos Juanes atribuido al Maestro de Cubells y fechado entre 1400 y 1410. Tras la explicación de la obra, interpretó el himno "Ut queant laxis", que fue utilizado por el monje benedictino Guido de Arezzo, inventor del sistema de notación musical, para nombrar las notas. Todas menos el si, que fue incorporada después. Acompañaban a Paskual dos integrantes del grupo "Staytones", Vincent Stroup y Luis Ángel Sánchez, cuyo primer disco ("Singularity") ha producido y que promete convertirlos en el grupo revelación de la escena asturiana. Tras la interpretación del himno, hizo una performance el artista Daniel Franco.

Cambio de sala y salto de siglo. La siguiente parada del concierto fue la sala donde se exhibe el Apostolado del Greco, una de las grandes joyas del Bellas Artes. Y allí, donde chisporrotean los colores que Doménikos Theotokópoulos absorbió de la pintura veneciana, Paskual interpretó junto a la violista Naomi Suárez, "Tzivaeri", una canción tradicional griega, en homenaje al origen del pintor asentado en Toledo. De nuevo unos minutos de descanso y salto de sala, esta vez para tocar una zarabanda de Gaspar Sanz ante el magnífico Cristo de Zurbarán.

Después, salto final al edificio de la ampliación para asociar la pintura de Luis Fernández con la composición musical de Ernesto Halffter y, de regalo final, interpretación un tema de Rufus Wainwright, "The Art Teacher", una historia de amor que surge entre cuadros.