Buenas noches.

Los premios, a mi parecer, suelen entregarse tarde, o sea, suelen entregarse cuando se merecen y eso es menos premio, se acerca más a una recompensa por los servicios prestados. Deberíamos premiar la buena marcha, apostar por gente prometedora; de este modo, los laureles constituirían una beca moral, un incentivo. Bien es verdad que, como rezaba un cartel en el taller de carpintería de mi abuelo materno: "Las honras no consisten en tenerlas sino en sólo arribar a merecerlas".

Claro que hay premios y premios; cuando yo empezaba gané un concurso de relatos en Madrid y me pagaron un fin de semana en Fuenlabrada. Al que quedó en segundo lugar lo invitaron una semana entera y al tercero dos semanas.

Bromas aparte, como consejero que soy de Foro Europeo Cum Laude, suscribo el pódium de hoy, 22 almas. El número 22 es el símbolo de las grandes ambiciones y de los grandes logros. Celebro vuestra presencia. Insisto en que venimos tarde a descubriros. Confiemos en que el refrán se equivoque, que lo diferido no esté medio perdido, que este homenaje sea a vuestra mayor gloria y que os cunda.

Disculpas, pues, y enhorabuena por vuestra porfía, vuestra paciencia, vuestro talento y vuestra generosidad, a la que apelo: pido que me permitáis prescindir del protocolario don y doña para tutearos, eso sí, con el mismo respeto con que tuteo a la Virgen cuando digo "a ti suspiramos" o tuteo a Dios cuando digo "perdona nuestras ofensas".

Sí, Padre Ángel, que casi estás en los cielos; perdónanos el retraso. Ángel García Rodríguez es fundador de la Cruz de los Ángeles, fundador de Mensajeros de la Paz, embajador reivindicativo de las personas marginadas y vulnerables, capaz de obtener recursos de la Luna menguante para convertirla en Luna llena.

En hablando de recursos y de la Luna, entre los premiados también nos acompaña Amador Menéndez Velázquez, investigador asturiano, doctor en Química, que en Massachusetts logró el récord mundial de eficiencia en la captura de energía solar. Está claro que en tus dominios, Amador, como en los de Felipe II y como en los del Padre Ángel, nunca se pone el sol.

Es lógica nuestra demora cuando se trata de reconocer méritos; tememos equivocarnos, puede más el recelo que la esperanza. Al padre Ángel, en cambio, no le da miedo ser más bueno de la cuenta.

Entiéndenos pues, Julio César González Álvarez, presidente de Técnicas Electrónicas Aplicadas Xulio, que empezaste en Galicia inventando básculas para calcular con precisión el peso de las cosas. ¡Ah, Julio!, ¿pueden pesarse los sentimientos? ¿El miedo pesa? ¿Pesa más el éxito o el fracaso?

La crisis sí pesa; pesa la poca ética, pesa la moral ligera y pesó la quiebra del mercado inmobiliario, que aplastó a muchos empresarios; supongo que lo sepa Eduardo García Álvarez, uno de los pocos constructores asturianos que pueden contarlo. Ojalá, Eduardo, esta medalla del Foro Europeo Cum Laude te llegue a tiempo.

Hoy contamos aquí con otro superviviente, el valenciano Juan Benito Rodríguez Manzanares. Juan Benito es poeta. Nació poeta y además en el barrio de los Desamparados. Sostengo que tu virtuosismo, más que versificar emociones, consiste en sobrevivir. Y juraría, Juan del alma, que en algo eres aún más bueno que como poeta y no le das aprecio. Mi abuelo convenía conmigo en que el poeta nace pero me exhortaba a que preparase unas oposiciones para luego escribir por las tardes novelas policíacas.

De oposiciones y de policías y ladrones ha de saber mucho José María Delgado Díaz, comisario jefe de la Policía Nacional en Talavera de la Reina. Digo comisario y pienso en Hércules Poirot, de Agatha Christie, y en Brunetti, de mi querida Donna Leon. En verdad, nunca hablé con un comisario de carne y hueso. Mi editor, para logar más ventas en mis novelas, me ruega siempre que mate a alguien en la primera página. Los escritores necesitamos generar conflictos y creamos comisarios para que los resuelvan. De ahí, José María, la medalla Cum Laude que enseguida te entregaremos, y lo dicho, disculpa el retraso. Creo que a Poirot le dieron una medalla muy muy a última hora, y a Brunetti nunca.

No es ajeno a la novela policíaca Pedro Albares Castejón, conquense afincado en Valencia, perito en Derecho Civil y Penal, y diestro en valorar las transgresiones de la ley, en ponerle precio a la delincuencia.

En esta rama negra, tan comercial, premiamos a Enrique Valdés-Solís Iglesias, fiscal delegado de Siniestralidad Laboral de Asturias, y a José Antonio Pérez de la Fuente Cortina, coordinador de Ergonomía y Psicosociología de Quirón, grupo líder en el sector de la prevención de accidentes. Tanto Enrique como José Antonio se las pintan para evitar que haya muertos en las primeras páginas.

A su vez, de que en las susodichas primeras páginas de los diarios luzcan las noticias más sobrecogedoras es responsable Ángeles Rivero Velasco, directora de La Nueva España, periódico que leen cada día 300.000 lectores. Hice las cuentas y de cada diez personas que leen en nuestro país, once se informan con La Nueva España. Es sabido que si alguien fallece y no se publica en nuestro periódico seguirá errante por el mundo como alma en pena. Es más, si un escritor mata a alguien en la primera página de su novela y La Nueva España hace la vista gorda, no hay crimen que valga.

Como decía, a veces nos asusta ser generosos; perdona Ángeles Rivero la tardanza, y perdona, José Luis del Moral, periodista madrileño, que recorriste formidablemente todas las secciones de los periódicos y en tus últimos años de actividad laboral dirigiste la Gaceta Dental, decana en este sector. Estoy refiriéndome a dos periodistas que, de una u otra manera dejan boquiabierta a su clientela. Antes de los anises recibiréis la medalla como Dios manda.

Si hablábamos de muertes en la primera página, continúo ahora con el gremio de sanitarios, experimentados en alargar la vida y ensanchar la salud, médicos de nuestro honor, que aquí, en la Sala Covadonga de este antiguo orfanato, nos esperáis sentados.

Enhorabuena y perdona por tan larga antesala, Antonio Busto Cuiñas, científico de Pontevedra, locutor de crónicas negras, experto en sumisiones químicas. Si el premio te llega tarde, sabrás, como buen farmacéutico, que el remedio está en el veneno.

José Carlos Fuertes Rocañín, psiquiatra forense aragonés, divulgador y especialista en enfermedades mentales y personas difíciles. Nadie mejor que tú para comprender mi discurso y disculpar que Némesis, diosa de la retribución, te haya hecho esperar.

Os dimos largas; largas a José Luis Calvo Guirado, catedrático de cirugía bucal e implantología oral, de la Universidad Católica San Antonio, de Murcia; largas a Manuel Romero Jurado, reumatólogo andaluz con varias clínicas en esa Comunidad; largas a José Manuel García Moreno, neurólogo gaditano del Hospital Virgen Macarena, de Sevilla; largas a Manuel Luis Macía Heras, nefrólogo del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, de Tenerife, y largas a Juan Carlos de Vicente, catedrático y jefe de Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital de Asturias. Bienvenidos y lamento si llegamos tarde y, lo que es peor, a la hora del fútbol.

Bienvenido Alfonso Amado Puentes, pediatra de Pontevedra; sé que te auparon varias veces tus pacientes; es decir, te premiaron niños, niñas y bebés, que, bien lo sabemos, son insobornables. La infancia siempre llega a tiempo aunque ande a tropezones.

No se me ocurrirá decir que detrás de un gran hombre hay una gran mujer; hace unas semanas solté el tópico y coincidió que detrás del homenajeado había también otro gran hombre. Pues bien, ahora llegamos, sin intermediarios, a Amparo Calandín Feced, psicoterapeuta valenciana. Amparo, junto con Ángeles Rivero, son las únicas mujeres galardonadas hoy explícitamente.

En poco tiempo cambiarán las tornas y apenas subirán varones a estas peanas. De hecho, uno de cada diez lectores son lectoras. Ahora, mi editor no sólo me ruega que mate a alguien en la primera página, también trata de disuadirme para que firme mi próximo libro con un heterónimo femenino. El año que viene aquí me veo con carmín en los labios y zapatos de tacón de aguja.

Dejo para el final a quien siempre llegaba el primero, a Manuel Busto Fernández, tantas veces campeón mundial de piragüismo. Busto, has demostrado que con tu remo de dos aspas, apenas sin tocar la superficie del agua, puedes calar hondo y a la vez volar muy alto.

No me olvido de un premiado que se me antoja especial, Mohi Eddine, jefe de la Casa Real de Qatar. Sí, hablo de Qatar, el país más rico del mundo. Premiar a Mohi Eddine, representante del emir de Qatar, es como nombrar príncipe a Aliatar, o arcángel a San Gabriel; puede parecer un acto de soberbia, y en este sentido pido también disculpas.

Si el primero de los galardonados con la medalla de oro Cum Laude fue el Padre Ángel, que representa a los desheredados, Mohi Eddine representa a los heredados, poco menos que amo de llaves del Reino del Gas, del gas natural y del petróleo. Llévate la medalla Mohi, mas no te olvides de nosotros y suminístrale queroseno al Padre Ángel, compra para la Casa Real de Qatar una edición completa de serventesios y jotabés de nuestro poeta, Juan Benito Rodríguez Manzanares. Mohi, no nos dejes solos, y, si no es mucho pedir, acerca 40.000 barriles de crudo a la calle Uría, 20, 3º derecha, sede de este Foro. Y, ya lo sabes, si queréis que el Mundial de Fútbol, de Qatar, tenga visibilidad, sugiérele al emir que se anuncie en La Nueva España.

Queridos cum laude, 22 centauros inteligentes que ocupáis esta capilla, dudo que las básculas de Julio César González puedan calcular el peso de vuestras bondades. Queda claro que llegamos tarde, que llegamos a la hora del arriero. Mi abuelo materno, que tampoco entregaba las medallas antes de merecerse, a sus empleados de la carpintería prometía grandes premios pero envueltos en grandes trabajos, porque decía que la virtud no quiere ociosidad. Analizadas las cosas desde esta perspectiva mía, algo paradójica, quizá no merecéis este premio precisamente porque lo tenéis más que merecido.

Felicidades, Alfredo Machín, presidente de Foro Europeo Cum Laude, por tu generosa y aún joven iniciativa en la que me concedes el honor de participar y opinar en libertad, y felicidades a tu esposa, Mercedes Cavallé. Codo con codo sois mucho más que dos en esta iniciativa filantrópica que se retroalimenta en alguna medida de los premiados, de la sinergia de tanta minerva, de tanta Luna llena, de tanto ingenio y poca moderación; sí, poca moderación intuyo pues la excelencia suele ir asociada al exceso. En suma, Alfredo, Mercedes, señores y señoras: sois demasiado.

Queremos hacernos eco de vuestra agonía y agradecer vuestro resplandor, que nos hace la vida más llevadera y más digna.

Así entendidas las cosas, cobra sentido esta celebración y convite. En cualquier caso, gente premiada y acompañantes, gente a medias estimada y gente olvidada, lleguen o no a tiempo los reconocimientos, sabed que Dios no paga al final de cada semana,

pero paga.

Muchas gracias,