Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982) ha sorprendido a la crítica y al público con su primera novela: "El bosque sabe tu nombre". La autora presentará el libro este lunes, a las 19.00 horas, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en un acto en el que estará acompañada por el profesor Javier Gámez.
- Es su primera novela, pero eso no le ha impedido escribir una historia de largo aliento. ¿Cómo decide embarcarse en este 'tour de force'?
-Escribir esta historia supuso un reto para mí, no solo como escritora, también a nivel personal: me enseñó a tener paciencia y a seguir siempre adelante. Antes había escrito historias cortas, relatos y cuentos, pero todo es muy diferente cuando te lanzas a escribir algo más largo. Hay que cambiar la perspectiva y la forma de trabajo, y sobre todo, ser consciente desde el principio de que no verás la historia terminada hasta que no pasen meses o incluso, años. Pero a pesar de todo eso, tuve claro que necesitaba contar esta historia.
- Ha comentado que la idea inicial de la historia, la chispa, surgió con un hallazgo casual en un acantilado. ¿cómo fue?
-Creo que como casi a la mayoría de las niñas, de pequeña me hubiera gustado tener una hermana. De niña, solía imaginar que tenía una hermana gemela y que juntas vivíamos todo tipo de aventuras. Una tarde, hará unos tres años, mientras paseaba por los acantilados que hay cerca de donde vivo, me encontré un zapato. Era un zapatito rojo de niña. Al verlo recordé a esa hermana gemela que imaginaba tener cuando era niña. La imagen de las dos niñas idénticas cogidas de la mano al borde del acantilado empezó a crecer en mi cabeza hasta convertirse en esta historia. Me gustó tanto que después incluí una escena parecida en la novela.
- ¿Cuánto hay de Manderley en Villa Soledad?
-"Rebecca", de Daphne du Maurier, es sin duda una de mis historias preferidas. Espero que los lectores de "El bosque sabe tu nombre" puedan reconocer alguno de los guiños a Manderley que hay en la novela, y sentirse como yo cuando leí aquella historia siendo adolescente.
- En el centro de su historia hay dos personajes femeninos muy fuertes, ¿tenemos un déficit de mujeres protagonistas, y de personajes femeninos complejos?
-Quería contar la historia a través de los ojos de las mujeres de la época. La novela arranca en los años veinte del siglo pasado y las cosas eran muy diferentes para las mujeres entonces. No hubiera sido justo mostrar de forma edulcorada o suavizada la realidad que vivían las mujeres en ese momento. Noto un cambio de tendencia: en los últimos tiempos he ido viendo como los personajes femeninos se volvían más interesantes y complejos, no solo en la ficción española, si no en general.
