"Le dije varias veces que no fuera a Melilla porque era una encerrona". Así de rotunda se mostró ayer la mejor amiga de Karla Pérez durante la segunda jornada del juicio en el que se acusa a Abdelwahid Aghbalou, exnovio y padre del hijo de la ovetense de origen ecuatoriano, de estrangularla en una playa de la ciudad autónoma. En la segunda sesión de la vista del juicio, los allegados de la víctima coincidieron a la hora de describir la tortuosa relación de la pareja, que terminó con la muerte de la joven, entonces de 22 años, justo cuando iba a trasladarse a su país de origen, Ecuador, para "empezar de cero" una nueva vida junto a su bebé, de diez meses.

Tanto los amigos como los familiares cercanos de Karla constataron el maltrato sufrido en silencio por la fallecida. "La vi con una mano vendada, dijo que se la hizo jugando con el niño, pero más tarde contó la verdad", señaló su hermano ante el juez, corroborando la versión de otros dos amigos comparecientes como testigos.

También vieron a la chica con una herida en un labio y golpes en la cara. Motivos estos que le llevaron a romper con el acusado y denunciarlo por violencia de género. "Hasta el juicio no sabía de los antecedentes penales de su novio", indicaron sobre un proceso que terminó con la expulsión a Marruecos de Aghbalou y una orden de alejamiento incumplida constantemente. "La llamaba a todas horas", relataron hasta media docena de testigos.

La condena por las agresiones desató las amenazas e insultos del acusado sobre el entorno de Pérez. "Eres una zorra e hija de puta por separar a mi hijo de su padre", le mandó a la mejor amiga en un segundo intento, pues antes lo hizo por equivocación a una chica del mismo nombre, según la amenazada. Con todo, Karla Pérez aceptó reunirse con él por última vez en Melilla. Allí, la estranguló, aunque el acusado dijo el viernes ante el juez que le agarró del cuello porque quería que dejase de gritar y que creyó que fingía estar inconsciente cuando la dejó tendida en la playa y huyó con el niño. Ahora se enfrenta a 26 años de cárcel. Durante la vista fue desalojado de la sala tras pedir a gritos un traductor para su hermano. "No te estás enterando de nada", le interrumpió varias veces, hasta que el juez solicitó a Policía Nacional que lo sacara de la sala mientras declaraba su familiar.