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A Covadonga por la senda de la historia

El Centro Asturiano de Oviedo vivió una nueva peregrinación al santuario, llena - de emotividad, con la vista puesta en alcanzar la meta tras un duro camino

Participantes en la Marcha a pie a Covadonga del Centro Asturiano de Oviedo hacen su entrada en Cangas de Onís. ARCHIVO DE RICARDO YAGÜE

El tercer fin de semana de mayo el Centro Asturiano de Oviedo abordó su cuadragésima peregrinación al Santuario de Covadonga. Pienso en la cifra y me viene a la cabeza que el cuarenta esta presente en muchos hechos de naturaleza religiosa. Algo más de ciento cincuenta personas, caminantes y personal de apoyo, han recorrido los casi noventa kilómetros que separan la capital del Real Sitio año tras año desde 1979. Solamente un avilesino, un joven de setenta y siete años, ha participado en todas las ediciones. Esta fidelidad le otorgó el honor de hacer en compañía de su esposa la ofrenda floral en la Santa Cueva.

La liturgia por la que se rige esta peregrinación comienza mientras Vetusta permanece en la cuarta vigilia. Saludos, buenos deseos, recogida de credenciales, colocación del equipaje en el autobús y nerviosismo preceden al pistoletazo de salida delante del teatro Campoamor cuando el reloj del templo de la música marcaba las seis y media en punto. Unos minutos antes el presidente, Alfredo Canteli, había saludado a la comitiva y a continuación el padre Valdés pronunciaba una oración que finaliza con la bendición. Pasamos al lado del monasterio de San Pelayo, aún permanece en silencio porque hasta las ocho no se entona el canto de laudes. La cuesta de La Vega nos acerca a la Tenderina y partir de aquí nos disponemos a llegar dentro de tres horas aproximadamente a Pola de Siero. Son diecisiete kilómetros en los que tenemos la primicia de admirar el alumbramiento de una intensa jornada; no en vano caminamos hacia el este. El paisaje no ofrece ningún aliciente. ¿Quién puede recrear la vista en polígonos industriales y grandes superficies comerciales por cuyas inmediaciones circulan coches y trenes? Sin darnos cuenta, porque ya nos han ofrecido dos avituallamientos, nos espera el desayuno en el mercado de ganado de Pola de Siero. Allí hemos repuesto fuerzas y el personal sanitario ha atendido las primeras lesiones en los pies.

Las agujas del reloj marcan las diez y diez de la mañana. El astro rey anunciaba que nos escoltará todo el día. Unos desean que Lorenzo no nos agoste, para otros la lluvia o el orbayu es peor, pero no falta quien anhela un cielo nublado y una temperatura fresca; por pedir que no quede. A partir de la capital del concejo de Siero y hasta Soto de Dueñas el paisaje que nos acompaña durante 41 kilómetros ha cambiado sustancialmente. Caminamos junto al Piloña y sus tributarios custodiados por una frondosa vegetación de ribera que este año está exuberante.

La vegetación aporta olor y color que nuestras pituitarias y retinas agradecen porque el verde asturiano es único. Las aguas de regueros, arroyos, ríos suministran la sensación de frescor y una partitura que las aguas componen al deslizarse por los pequeños rápidos en los lechos de estas corrientes fluviales. Un verdadero don de la Naturaleza que de vez en cuando se incrementaba gracias a una corta, pero tonificante brisa en los paños de sombra que proyectan árboles y arbustos.

Nava nos ofrece su polideportivo para comer y descansar cincuenta minutos. Infiesto su plaza para ingerir fruta y limonada en una temprana merienda que facilita realizar con cierta resignación la última etapa en la que las rectas de Villamayor y Sevares parecen interminables. Han pasado poco más de cinco minutos de las diecinueve horas y la jornada ha finalizado con éxito en Soto de Dueñas. Tres autobuses acercaron a los andariegos hasta Arriondas y Ribadesella donde les esperaba una buena cena y el descanso. La segunda jornada comenzó en el punto de llegada del día anterior. Son las siete de la mañana. El ruido atronador de un tren de mercancías con destino al País Vasco nos recuerda que vamos al lado del camino de hierro que comunica, de aquella manera, la cornisa cantábrica.

Arriondas nos ofreció su dulce más señero, las pastas de la famosa confitería. Cangas de Onís está a tiro de piedra, aunque hay que ascender ligeramente el curso del Sella. El reloj vuelve a marcar las diez y diez de una mañana soleada y los caminantes irrumpían en la señera capital del reino de Asturias. La entrada es solemne porque va precedida de la Banda de Gaitas y del grupo folclórico del Centro. Un desayuno y descanso permitieron reponer fuerzas para llegar a Covadonga.

El cortejo se puso en marcha poco antes de las once de la mañana a la vera del río Güeña y después casi de la mano del río Covadonga o Reinazo. Dos horas median de camino, pero enseguida se avistan las agujas de las torres de la basílica que no pudo ser catedral pese al interés del obispo Sanz y Forés. Incluso el propio Clarín se pronunció sobre este hecho en estos términos: "una catedral es el mejor monumento para estos riscos". La emoción embargaba a los peregrinos al ver familiares y amigos a los pies de la cueva dándoles la bienvenida. Ofrenda floral y misa cantada por el coro del Centro Asturiano a la que sigue brindis con cava preceden a una comida que finaliza con la entrega de medallas y el canto del Asturias, patria querida.

Peregrinar a Covadonga es una opción personal en la que cada cual sabe que es lo que le lleva a participar año tras año: fe, promesa, acción de gracias, convivencia, senderismo. Todo está tan unido como los ingredientes de nuestro plato reina por el que es conocida Asturias. No podemos ni debemos olvidar el intenso trabajo de los responsables y colaboradores de esta marcha, junto con los supermercados patrocinadores, el equipo médico, la guardia civil y policías locales de todos los concejos, salvo de Oviedo que este año no ha hecho acto de presencia. No quiero dejar fuera del reconocimiento a las agrupaciones corales porque sus actuaciones han dado lustre a esta jornada. La calificación que hay que otorgar a esta actividad es sobresaliente "cum laude".

Pasa un año, otro, otro y observo el abandono del recorrido entre Arriondas y Covadonga pues la vegetación herbácea, las ortigas y similares que están en plena efervescencia por la lluvia y el calor te impregnan de humedad en caso de lluvia o caen cuasi agostadas sobre las piernas de los transeúntes cuando pasan.

¿Por qué no están acondicionados al menos estos dieciocho kilómetros? ¿Cómo nos van a respetar si nosotros con esa desidia y apatía no luchamos por lo nuestro ni lo ponemos en valor? ¡Qué poco nos hemos volcado con Asturias este año 2018! Asturias no tiene remedio, una pena. Esta realidad es la que es gracias al fomento de la cultura de los estómagos agradecidos. La consecuencia es evidente: apatía, aquiescencia, somnolencia. Así nos va la vida.

No puedo comprender el desdén que Asturias muestra con lo que verdaderamente nos identifica como tampoco comparto la escasa sensibilidad con el Camino de Santiago. Es hora de ponerse a trabajar, dejar a un lado la historia de la crisis y ponerse manos a la obra para habilitar el Camino a Covadonga y enlazarlo con el otro centro de peregrinación en La Liébana, ya que el Parque Nacional Picos de Europa acoge en sus entrañas dos relevantes santuarios. Invertir en este ámbito no es tirar dinero, es poner en valor estos recursos culturales y a religiosos que tenemos en una tierra a la que le profesamos respeto de una peculiar manera. Diez años median para que cumpla medio siglo la Marcha a Covadonga del Centro Asturiano. Espero vivir para participar y disfrutar de que el camino al Real Sitio sea una realidad. Tengo mis dudas porque me parece que correrá la misma suerte que la Variante de Pajares.

¡Ojalá que dentro de una década me vea en la obligación de retractarme de mi desconfianza! Independientemente de la mayor o menor entidad de los hechos históricos y religiosos acaecidos en estas montañas, Covadonga es la seña de Asturias y dieron buena muestra de ello aquellos que sin ser creyentes pusieron todo su empeño en proteger a La Santina en aquel contexto bélico fratricida que no conocí.

Y si alguno todavía no lo tiene claro le invito a leer la conferencia que el abad de Covadonga, Adolfo Mariño Gutiérrez, pronunció el 7 de abril de 2018 en el Centro Asturiano de Oviedo bajo un título que siendo escueto brilla por su elocuencia: "Covadonga, más que un lugar".

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