La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vinjoy mira al futuro

La Fundación, heredera de la labor del religioso que le da nombre, celebra 95 años con más de 1.700 usuarios al día y siendo referente nacional

Uno de los alumnos de la Fundacón Vinjoy, en pleno trabajo. IRMA COLLÍN

"¿Qué sería la vida si no tuviéramos el valor de intentar las cosas?". Esta frase no está muy visible, está en la parte baja de un cuadro del aula de pinturaterapia del centro que la Fundación Vinjoy tiene en la Avenida de los Monumentos, en Oviedo. No es ni mucho menos un lema, no se presenta ni se muestra como tal pero sí define buena parte de la política de actuación de esta entidad que esta en plena celebración de sus 95 años como Fundación.

Parece raro celebrar los 95 años y no esperar al centenario pero tiene una explicación. Adolfo Rivas, director de la Fundación, cree que un centenario "hubiese sido una cosa demasiado formal" que impediría la intención de la celebración: "darnos un abrazo comunitario" entre todos los que forman parte de la familia Vinjoy, los profesionales y las más de 3.500 personas que al año participan en alguna de sus actividades. De esas personas, un total de 1.764 son usuarios directos, personas con diferentes problemáticas y difíciles realidades. Ese abrazo, ese acto entre institucional y familiar se celebrará el próximo viernes.

La Fundación Vinjoy nació como institución benéfica "para acoger a niños huérfanos" el 14 de julio de 1923 pero todo había comenzado años atrás. En 1876 el padre Domingo Fernández Vinjoy toma la decisión personal de ayudar con todos sus medios a los huérfanos. Llega incluso a salir con ellos a la calle a pedir limosna y acoge a los pequeños en su casa, en la calle Santa Ana. En 1906 se construye la primera sede de lo que luego sería la Fundación, el edificio se levanta en la carretera del Cristo de las Cadenas (entonces camino del Fresno).

Otro cambio sustancial tuvo lugar en 1962 con la aprobación de unos nuevos estatutos en los que la Fundación se centraba en la enseñanza a niños sordomudos y ciegos. La tarea aún se conserva y Vinjoy es referente nacional e internacional en sordera. El cambio de la ley de educación en 1982, que marcaba la integración de los alumnos con alguna discapacidad en la educación ordinaria, supuso un declive en la escuela que fue languideciendo, ya que hacía perder sentido al centro especializado. En 1997, el centro está en estado terminal. Pero la Fundación Vinjoy renace. Fue cuando el actual director, Adolfo Rivas, llegó a la institución: "había nueve alumnos", recuerda.

En el año 2000 se inauguran las nuevas instalaciones del Naranco, que ahora alcanzan los 17.000 metros cuadrados y se cambia completamente el concepto para ampliar el radio de acción de la Fundación y adaptarlo a las nuevas necesidades sociales.

Ese impulso ha convertido a Vinjoy, en palabras de su director, "en el motor socioeducativo de Asturias" y lo ha hecho desde un concepto que ha roto los cánones de este tipo de educación. Ya no se trata de acompañamiento, sino de respeto y de exigencia. "En este campo se ha abusado del paternalismo y nosotros pensamos que tenemos que respetar a la persona, pero ese respeto implica la exigencia", resume Rivas. Meridianamente claro: " el que tiene piernas empujará la silla del que no las tiene y el que tiene brazos ayudará a comer al que no las tiene". "Una comunidad social en la que todos trabajan por todos", insiste el director.

Adolfo Rivas recorre las instalaciones y parece una estrella del rock. Todos los alumnos se acercan a saludarle y abrazarle. Él asegura que conoce a los más de 1.700 usuarios que acuden a diario, "no por el nombre pero sí por las caras".

En uno de los pasillos explica otra de las claves en las que desde hace años trabaja el centro. La atención y educación a menores que para los que ya no queda ningún recurso en el sistema educativo. Personas conflictivas con graves problemas de conducta a los que el sistema ordinario ha dado prácticamente por perdidos. El ejemplo del éxito de estos programas es uno de los propios monitores, un joven de 25 años que llegó desde Marruecos a España hace 10 años. Ahora trabaja en la Fundación Vinjoy y lo hace especialmente con menores marroquíes no acompañados. Salió de la calle y ahora vuelve a ella como educador. Conoce el idioma, las necesidades, los problemas, las preocupaciones y hasta los trucos de los menores no acompañados.

Desde ese pasillo de un edificio en la falda del Naranco un equipo de profesionales y un grupo de chavales trabajan en asuntos trascendentales para la sociedad como pueden ser la prevención del yihadismo o la prostitución infantil. Esa es la clave, la idea, "cambiar el mundo desde el respeto", y allí lo hacen a diario y el viernes lo celebrarán.

Compartir el artículo

stats