"La poesía atraviesa un buen momento en Asturias, cada vez se lee más; además, es algo que todos llevamos dentro de una u otra forma". Así lo indicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Esther García, escritora en castellano y en asturiano, presidenta de la Asociación de Escritores de Asturias y una de las figuras más destacadas del panorama literario regional.

Esther García, miembro de l'Academia de la Llingua Asturiana, presentó su nuevo poemario "El color de los días", editado en castellano y asturiano, por Bajamar Editores y Setentayocho respectivamente. En sus nuevos versos, la autora reflexiona sobre los colores de la ausencia, del amor o de la alegría. En la mesa la acompañaron Vicente Montes, redactor jefe de LA NUEVA ESPAÑA, y el poeta y escritor Aurelio González Ovies, autor del prólogo. Montes hizo hincapié en el perfecto manejo del idioma del que hace gala la escritora. También alabó la temática de los poemas, en los que late el amor a la tierra natal y a los parajes de la niñez.

Esther García agradeció con emoción la presencia en la sala del consejero de Cultura, Genaro Alonso, así como del director emérito de la Fundación Princesa de Asturias, Graciano García, promotor de Oviedo como capital mundial de la poesía. González Ovies resaltó la sensibilidad que pone Esther García en sus escritos, "en ese asturiano occidental que es su lengua materna y que domina a la perfección". El amor, el recuerdo del paraíso perdido de la infancia y las luces y tinieblas de la vida, están presentes a lo largo de unas páginas "que se leen sin ningún esfuerzo", señaló el presentador.

"En este libro vais a encontrarme a mí y a mi manera de ver el mundo; a lo que soy, y a lo que fui, con el peso de los recuerdos que todos llevamos a la espalda", señaló la autora.

"En el título me refiero sobre todo al color del corazón, que muchas veces cambia según las circunstancias; en la vida de las personas siempre están presentes la luz y las sombras", añadió. "Cuando un libro sale a la luz ya no es del autor, es de los lectores. Cada uno hará su propia interpretación, y todas serán acertadas", concluyó la escritora.

González Ovies tampoco pasó por alto el tono de madurez que se atisba a lo largo de toda la obra. "Destaca la franqueza con la que habla de aquellos días de infancia en el pueblo o de una tarde cualquiera jugando a cocinar con la tierra o con las muñecas de trapo".