Alfonso Pérez Álvarez (Oviedo, 1973) es el hombre en el que Óscar Areces Galán ha depositado su confianza para relanzar la casa de moda Ángel Schlesser. A él le ha encomendado el actual administrador de la firma el diseño de su próxima colección, que se presentará en septiembre en la Pasarela Cibeles. Alfonso Pérez, que tiene a sus espaldas una larga carrera y que ha tocado prácticamente todos los palos del negocio, dejará atrás su pequeño taller en la calle Magdalena, “El costurero ecléctico”, donde se instaló en 2016. Entonces volvió a Oviedo después de muchos años con estudio abierto en Madrid y colaboraciones con firmas nacionales e internacionales.

Su nombre es uno entre los muchos que barajaron los nuevos gestores de Ángel Schlesser, la firma creada en 1983 por el diseñador cántabro Ángel Fernández Ovejero. El año 2022 pasará a la historia de la empresa como la fecha en que su fundador recibió el Premio Nacional de Diseño de Moda y en el que Alfonso Pérez asumió su dirección artística. El ovetense ya tiene la cabeza repleta de ideas para la colección que presentará en otoño. “Me gustaría hacer un desfile de mucha calidad, que el show sea bueno”, comenta, y para ello piensa recurrir a sus mejores talentos. “Trabajo muy bien el volumen, así que quiero hacer volúmenes interesantes, con mezclas de tejidos. Será algo muy actual con el diseño, pero respetando lo que fue la esencia de Ángel Schlesser”, adelanta, aunque por ahora no puede ir mucho más allá.

La familia materna de Alfonso Pérez es de Oviedo y aquí fue donde él nació y pasó su primera infancia. Su padre era gallego y cuando él tenía unos ocho años la familia se trasladó allí. En Galicia se inició en la pintura. “Expuse mucho de joven, gané premios y entonces me encontré con la moda gallega”, cuenta. Ese encuentro, que se produjo cuando el negocio de la moda en España estaba en expansión, fue para él providencial: “Los vestidos me parecían esculturas que se movían”.

Graduado en Artes y Oficios, estudió Patronaje Industrial y Técnicas de Confección en Oviedo. También se había formado como ceramista y sus primeros trabajos para la moda fueron precisamente complementos cerámicos para la ropa, como botones.

Al acabar sus estudios se sucedieron las idas y venidas. Primero se trasladó a Madrid, donde trabajó un año en prácticas con Devota & Lomba; luego regresó a Oviedo, para otro segundo año de prácticas, esta vez con la firma de moda de novias Covadonga Plaza; viajó a Barcelona, donde presentó en la pasarela Moda Barcelona sus creaciones, estampadas al óleo, y al poco tiempo se incorporó al taller del ovetense Josechu Santana, un diseñador de bodas y ceremonias que era toda una referencia nacional por aquellos años. Y luego, el salto a Madrid, donde trabajó para Eduardo Ladrón de Guevara, Hervé Léger, diseñó vestuario para el Teatro Real, para la televisión, formó parte de la plantilla de Elena Benarroch durante ocho años y tuvo taller propio. Cuenta que Léger, que lo contrató para un “showrom” en Madrid, le propuso unirse a su equipo en Roma.

Alfonso Pérez rechazó aquella oferta y reconoce que, pasado algún tiempo, se arrepintió. “En este país la industria de la moda casi no existe y éste es un momento muy anodino. Hubo una buena época porque hubo subvenciones”, afirma el diseñador asturiano. En su opinión, el asunto está mal enfocado desde la formación. “En las escuelas los jóvenes se dejan llevar por la luz y el foco, pero este es un trabajo muy jodido y detrás de la luz hay mucha sombra”, advierte.

Pérez, que admira a los modistos “clásicos”, empezando por Balenciaga, apuesta por la humildad y el oficio. “No hay patronistas, no hay modistas, todo el mundo quiere dibujar, pero no todo el mundo puede hacerlo y los oficios están desapareciendo. La moda tiene que volver a la normalidad, es un mundo creativo y bonito, pero trabajar es la base, y luego, lo que la vida te quiera dar”, reflexiona.

El año pasado Alfonso Pérez presentó sus diseños en la pasarela de la Semana Profesional de Arte de Oviedo, en la antigua fábrica de armas de La Vega; éste los mostrará en Madrid, en la Pasarela Cibeles. “No contaba con esto”, admite. En las entrevistas que pasó hasta ser seleccionado, se mostró “un poco salvaje”, reconoce. “Me preguntaron qué opinaba de la marca y les pedí que me mostraran su ultima colección, después de verla les dije que había que arriesgar y buscar nuevos acabados”, relata. Cree que su sinceridad y su determinación al expresar su opinión fue determinante en su elección. “Eso y que yo conozco todo el proceso, de principio a fin”, añade.