El 23 de febrero, el fotoperiodista asturiano Manu Brabo, el más joven hasta la fecha en recibir un premio "Pulitzer", (lo obtuvo en 2013 con 32 años), se preparaba para dormir en un hotel de Ucrania, donde llevaba ocho años trabajando, cuando Putin anunció el inicio de la guerra. "El pueblo en el que estaba tenía un aeródromo y un arsenal; enseguida empecé a oír los aviones y cuando escuché la primera bomba rusa decidí que no iba a hacer un periodismo equidistante".

Manu Brabo lo contó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en una conferencia organizada por Tribuna Ciudadana, en la que fue presentado por Matilde Huerta, una de sus profesoras de Fotografía de la Escuela de Arte de Oviedo, el lugar en el que comenzó esa especial relación con el objetivo, que le ha llevado a recorrer los países más conflictivos y violentos de la tierra. "Ucrania es un trabajo que me pesa mucho en la mochila; es inevitable que ciertas historias no te toquen y te afecten, claro que sí", explicó Brabo, que animó al público a salir de sus casas y hacer algo para revertir la situación. "Me juego la vida desde hace quince años para cambiar las cosas, ya no soportó que nadie me tosa cuando está tan cómodo en su casita", argumentó. Manu Brabo volverá a Ucrania dentro de dos semanas, tras tomarse un respiro en su casa de Amandi. Está acostumbrado a ver su trabajo publicado en los medios más prestigiosos, pero a lo que nunca se acostumbrará es al dolor humano que percibe a cada paso.

"Lo que siempre me ha interesado, mas allá de las estadísticas, son las personas. Pocas veces he visto a los ricos sufrir lo que sufren los pobres; no es lo mismo que las bombas te destruyan dos Ferraris a que acaben con tu casa o que maten a tus hijos", señaló el fotógrafo, muy crítico con la invasión rusa de Ucrania, "un país legítimo, soberano, que ha elegido su propio destino", señaló. Manu Brabo defendió la necesidad de ayudar a Ucrania, con armas y apoyo logístico. "Es la única manera de que luchen y se defiendan, no podemos dejarles morir", señaló el fotoperiodista, que a lo largo de la charla, cumplió a rajatabla su palabra de no ser "equidistante", realizando una apasionada defensa de Ucrania y su lucha por hacer frente a la invasión.

"La cámara siempre ha sido una excusa para meterme en lugares en los que no soy invitado; con mis imágenes quiero que los lectores tengan dos segundos de la angustia de esa madre que ha perdido a un hijo, o de unos niños que ya no podrán jugar al fútbol porque han perdido las piernas; no vemos el dolor a menudo, nos blindamos contra ello", aseguró Brabo. "Tratar a un país como marionetas no es válido. Es Ucrania la que quiere entrar en la OTAN y formar parte de la Unión Europea", indicó. "Me parece una maniobra de alto nivel estratégico no querer tener frontera con la OTAN y querer conquistar un país que te pone en frontera con cuatro países de Europa; esto es un juego de potencias en el que nosotros no pintamos nada", recalcó.

Manu Brabo lamentó la hipocresía de la sociedad actual, que llora mucho, pero no sabe muy bien porqué. "Me irrita que un lector se sienta ofendido por la tragedia de otras personas, vivimos en una sociedad de avestruces. Mi trabajo es tratar de lidiar entre esa realidad brutal y esta excesiva sensibilidad", remarcó. "La profundidad del trabajo de Manu desborda el fotoperiodismo y se acerca a una fotografía documental, la que siempre quiso hacer", dijo Matilde Huerta, orgullosa de acompañar a su alumno en una sesión muy esperada, retrasada varias veces por los múltiples compromisos profesionales de Brabo. "Los fotoperiodistas somos un poco las ‘rubias’ del periódico; parece que no nos enteramos... pero somos la parte del trabajo más en contacto con el mundo real", señaló.

La historia de las fábricas de armas de Trubia y Oviedo, hoy


"Las reales fábricas de municiones gruesas de Trubia y de fusiles de Oviedo. De la utopía a la razón (1792-1859)" es el título del libro que presenta esta tarde a las 19.30 horas Roberto Suárez Menéndez, experto en la historia de las factorías de armas asturianas, acompañado por el doctor en Historia José Balboa de Paz, que ha escrito el prólogo, y el filósofo ovetense José Luis Esteban Magro, autor del epílogo. El volumen ha sido editado por la Asociación Histórico Cultural "El Volcán 1797".