Al técnico jienense Juan Antonio Anquela apenas le han hecho falta seis meses para meterse a la afición azul en el bolsillo. Tras unas primeras jornadas ligueras en las que parecía que el equipo no terminaba de engranarse, desde finales de noviembre no hay quien pare a los azules. Parece que el entrenador oviedista ha encontrado la fórmula del éxito. Al menos, en el club carbayón.

Con 272 partidos en Segunda a sus espaldas, poco se puede decir de Anquela que a estas alturas ya no se sepa. Sus métodos y un fútbol que busca defender con orden y llegar rápido al área rival son los argumentos con los que ha logrado que, jornada a jornada, equipo y afición caminen de la mano. La armonía banquillo- grada-campo es total e inquebrantable. A prueba de bombas, aunque mañana el jienense deberá enfrentarse al reto más importante de su periplo de azul, la prueba de fuego: un derbi que debe terminar con un resultado satisfactorio para los suyos. No hay otra opción, ya que, cuando es el máximo rival el que está enfrente, sólo hay una única lectura. Como dicen algunos, “por lo civil o por lo criminal, pero sólo se puede ganar”. Curtido en mil batallas, deportivamente hablando, no parece que esta presión le haya inquietado demasiado al técnico oviedista. Ha mantenido prácticamente el mismo plan de trabajo que en semanas anteriores, y no ha mostrado una exigencia diferente durante las sesiones de entrenamiendo de las últimas jornadas. Su mantra -calma, tranquilidad, repetir la rutina- no ha variado, pero no le ha quedado otra que reconocer que, aunque como en el resto de jornadas están en juego tres puntos, el de mañana no es un partido más.