La cita está marcada desde hace tiempo en el calendario. 4 de febrero, estadio Carlos Tartiere, 18 horas. Real Oviedo y Sporting de Gijón se vuelven a ver las caras mañana. Es la segunda de esta temporada, y también la segunda en los últimos quince años. Por ello, las ganas son máximas. No sólo por parte de las aficiones, que se quedaron con ganas de más tras el empate a un gol de la primera vuelta en El Molinón. También por parte de técnicos, ex técnicos, jugadores, ex jugadores, presidentes, ex presidentes y todos aquellos que de alguna manera, ya sea laboral, social o emocional, están vinculados a alguna de las dos entidades deportivas asturianas. Entender esta impaciencia implica mirar al pasado y no al presente. Hoy, el Oviedo-Sporting no es sólo un partido más de la cuarta jornada de la segunda vuelta que ofrece al equipo de Anquela la oportunidad de dar un paso más hacia Primera División y a los de Baraja acercarse a la cabeza de la tabla. Todo eso es verdad. Como también lo es que el resultado no será definitivo ni para el Oviedo ni para el Sporting. Pero nadie duda de que se trata del partido más importante del año. Por lo menos, hasta el mes de junio. Hay temporadas que se definen por victorias estratégicas, puntos de inflexión que marcan un rumbo determinado. El derbi es, a todos los efectos, mucho más que un partido.

Los azules llegan al encuentro en un excelente estado de forma. Son terceros con 41 puntos, a dos del Cádiz, segundo, y a seis del líder, el Huesca, y encadenan ya nueve jornadas sin perder. Los rojiblancos, por su parte, afrontan el choque con nuevo técnico en el banquillo -en el partido de la primera vuelta el técnico era Paco Herrera, cesado a finales de año tras una crisis de resultados de los rojiblancos- y desde hace algo más de un mes es Rubén Baraja quien maneja el timón. No le está yendo nada mal, ya que han sumado los tres puntos en los últimos cuatro choques en casa. A domicilio la dinámica es bien distinta, ya que no ganan desde octubre. Son novenos, con 36 puntos.

Por ello, las sensaciones no son tampoco las mismas. El Sporting parecía en la primera vuelta el claro favorito, avalado por un inicio contundente: ganaba y encajaba muy poco. Mientras, los azules buscaban su rumbo en la competición. A aquel emocionante encuentro en El Molinón Sporting y Oviedo llegaban separados por tres puntos. Al duelo de mañana en el Tartiere, que se espera tan emocionante como el de la primera vuelta, se llega con los papeles cambiados: son los azules los que aventajan en cinco puntos a los rojiblancos. Los objetivos también han cambiado desde entonces. En septiembre, cuando se disputó el duelo de El Molinón, el Sporting sólo pensaba en luchar por el ascenso directo, mientras que las declaraciones azules daban un rodeo a todo lo que significara hablar de objetivos clasificatorios. Se decía por entonces que la meta inmediata era formarse como equipo. Ahora el Sporting mira a la zona de play-off como objetivo, olvidándose por el momento de las dos primeras plazas. Sólo ganar fuera de casa le permitirá pelear por el ascenso.