La presbicia o vista cansada es un defecto normal del envejecimiento y la anomalía visual más frecuente que afecta a prácticamente el 100% de la población por encima de los 45-50 años. Consiste en la pérdida de la acomodación o capacidad fisiológica del ojo para enfocar imágenes a una distancia cercana.

El síntoma principal es la mala visión de cerca, que se manifiesta cuando el paciente empieza a alejar los objetos próximos, con el fin de obtener una imagen nítida. Esto puede derivar en fatiga visual o vista cansada, presentando ojo rojo, escozor, pesadez ocular y dolor de cabeza, entre otros síntomas.

La causa de este defecto de visión se debe a un envejecimiento progresivo del cristalino, una estructura similar a un zoom de una cámara de fotos. Es una lente transparente del tamaño de una lenteja, situada por detrás de la pupila y por delante de la retina, que es capaz de cambiar su forma, según las necesidades visuales en cada momento.

A partir de los 40 años, dicha lente va perdiendo elasticidad y por tanto capacidad de acomodación, dificultando tareas cotidianas como leer o usar el móvil. Este problema puede corregirse con la utilización de unas gafas de cerca. En edades más avanzadas, el cristalino también se opacificará dando lugar al desarrollo de la catarata.

En cuanto al tratamiento de la presbicia, a día de hoy no existe ningún procedimiento preventivo, ni tampoco curativo capaz de restituir completamente las propiedades del cristalino natural, pero sí que hay diferentes opciones quirúrgicas que ayudan a ver a diferentes distancias, sin la necesidad de volver a usar las gafas.

Según el Dr. Carlos Lisa, de la Unidad de Cirugía de Córnea y Cristalino del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, la sustitución del cristalino por lentes intraoculares trifocales (tres distancias: lejana, intermedia y cercana) "ha supuesto un paso más hacia la corrección integral de la presbicia, mejorando los resultados de las lentes bifocales clásicas y de las técnicas de monovisión".

Estas nuevas lentes trifocales permiten corregir la presbicia y cualquier defecto de graduación asociado (miopía, hipermetropía y astigmatismo), ofrecen mejor visión intermedia que las lentes bifocales y mejoran los modelos anteriores, reduciendo tanto los halos como los deslumbramientos. A esto se debe añadir que, gracias a las diferentes plataformas existentes en el mercado, se puede personalizar cada caso, ofreciendo al paciente la mejor alternativa.

Una de las claves del éxito de la cirugía intraocular radica en la correcta selección del paciente durante una primera consulta en la que se le realiza una graduación y exploración completa. Las pruebas que se practican durante esta primera consulta también servirán para que el oftalmólogo decida qué lente implantar. La intervención no requiere estancia hospitalaria, suele durar unos 20-30 minutos y se realiza con anestesia local, por lo que en unos días después de la operación el paciente podrá volver a su rutina habitual y desempeñar las actividades que realizaba antes de la cirugía.

Esta intervención se suele realizar a partir de los 55 años, momento en el que la presbicia está totalmente desarrollada. En algunos pacientes con importantes defectos de graduación asociados puede plantearse la cirugía a una edad más precoz. Por otro lado, se tenga o no vista cansada u otro problema ocular, a partir de los 40 años se recomienda acudir al oftalmólogo, al menos una vez al año, para prevenir antes que curar.