Unas veces te dan y otras te quitan, pero al final de la temporada suele existir la compensación. Este dicho es muy frecuente en el mundo del fútbol a la hora de referirse a las distintas actuaciones arbitrales que sufren o disfrutan los equipos durante toda la temporada. En este caso, para el Sporting la balanza no se ha equilibrado. Cierto es que, en esta ocasión, es más sencillo recordar los errores que los aciertos.

En la memoria de los sportinguistas permanecen una serie de decisiones arbitrales que han tenido como consecuencia que los rojiblancos se hayan dejado algunos puntos por el camino que pueden resultar determinates. De hecho, quizás, el Sporting no estaría ahora pendiente de una carambola en la última jornada para lograr la salvación. Obviamente, el estamento arbitral no se puede convertir en el gran señalado para defender la situación en la que se encuentra en estos momentos el equipo de Abelardo. No en vano, se da por hecho que no existe ningún tipo de persecución arbitral. Los árbitros, como personas que son, también se equivocan.

Sin embargo, algunas decisiones polémicas no pasan desapercibidas para nadie. Ni siquiera para el propio Abelardo, que estalló a la conclusión del encuentro que enfrentó al Sporting ante el Granada en Los Cármenes. Era la gota que colmaba el vaso y, además, se produjo en un partido vital para los intereses de ambos conjuntos. Un penalti pitado por Estrada Fernández de Mascarell sobre David Barral, en el que el gaditano, de conocida pillería, se deja caer en el área, hizo que el árbitro señalase la pena máxima, condenando al Sporting a la derrota.

El "Pitu" puso entonces el grito en el cielo, hablando en nombre del sportinguismo y exponiendo su sentimiento en unos momentos cargados de tensión. El técnico de Pumarín ante tal injusticia que, paradojas del destino, en la mayoría de oportunidades viajó en contra del Sporting, fue incapaz de morderse la lengua en su comparecencia ante la prensa. "Ha sido un escándalo, una vergüenza, me siento robado, que me sancionen si quieren, pero es una vergüenza", estallaba Abelardo ante los micrófonos en sala de prensa. A mil pulsaciones, el técnico no pudo contenerse y añadía que "estos guajes (por sus futbolistas) no se merecen el trato que estamos recibiendo, ha sido escandaloso. Nos jugamos la vida y que el club pueda subsistir. Se me caen las lágrimas de la rabia que tengo porque no nos lo merecemos". Así, de esa forma tan rotunda y clara finalizaba sus declaraciones.

Muchos aplaudirían o darían las gracias si esa hubiese sido la única decisión polémica que ha recibido el Sporting durante esta temporada pero, desgraciadamente, no ha sido así. Penaltis en contra inexistentes, como el ligero forcejeo sufrido entre Luis Hernández y Fernando Llorente en el duelo ante el Sevilla o penas máximas que se fueron al limbo incluso existiendo manos clamorosas de por medio como sucedió en Vallecas ante el Rayo.

No hay que extenderse excesivamente en el tiempo para buscar un buen ejemplo de decisiones que tuvieron un peso importante en el desarrollo de un encuentro. Frente al Getafe, la expulsión de Nacho Cases y la no expulsión de Lacen por un claro agarrón sobre Isma López cuando el navarro se encaminaba sólo hacia la portería de Guaita, fueron dos de los últimos acontecimientos. Decisiones que, por uno u otro motivo, no han estado del lado de los rojiblancos. Y ni con esas, el Sporting se ha dado por vencido, no ha querido bajar los brazos pese a la impotencia. Todo ello para llegar vivo y lograr la permanencia pese a las numerosas trabas con las que se ha encontrado esta temporada. Desgraciadamente, el balance en esta oportunidad ha sido más negativo que positivo. La historia vuelve a repetirse con respecto a la temporada pasada.