Lo mejor de las rosas, como la humanidad, o como la justicia, es que pueden nacer de manera espontánea a la orilla de los caminos, donde nadie las espera. La asociación Trece Rosas Asturias, con base de operaciones en Oviedo, nació precisamente así.

Fue en 2009 cuando un grupo de personas aficionadas al estudio de la Memoria Histórica preparaba un viaje para participar en un homenaje en el cementerio de la Almudena a las trece jóvenes fusiladas por el régimen franquista el 5 de agosto de 1939, poco después del final de la Guerra Civil. La historia ha convertido a las Trece Rosas en un símbolo de la Memoria Histórica. Sin embargo, los símbolos, para ser efectivos, también necesitan practicarse. "¿Y por qué no hacemos un homenaje a estas mujeres, ya que dos de ellas son asturianas, junto a la fosa común del cementerio de Oviedo en lugar de en el cementerio de la Almudena? La asociación surgió de esta forma tan sencilla", recuerda la historiadora Laura Díez (Oviedo, 1958), su presidenta.

Desde entonces, cada 5 de agosto la asociación rinde homenaje en el municipio de Oviedo a todas las víctimas del franquismo. En 2017 el acto se celebró por primera vez en el monolito instalado junto a la carretera que une la capital con San Esteban de las Cruces en memoria de los represaliados de la dictadura. "Es un acto muy íntimo, probablemente el más emotivo de los que realizamos", apunta Díez.

En la actualidad, Trece Rosas cuenta con un centenar de integrantes y desarrolla múltiples actividades, vertebradas principalmente en tres ejes: el impulso de la ley de Memoria Histórica, la lucha por la igualdad de género y la divulgación de temas socioculturales vinculados con estos ámbitos concretos. Entre sus trabajos destaca la producción audiovisual: "21x12", documental realizado en 2011 y estrenado en el Festival de cine de Gijón, y "Rostros del recuerdo", cinta producida conjuntamente con el Ayuntamiento de Oviedo. Además, la asociación entrega anualmente el premio "Trece Rosas", galardón que este año ha recibido la activista en favor de la memoria histórica Hilda Farfante (Cangas del Narcea, 1931).

Hágase la ley

La ley de Memoria Histórica fue aprobada en el Congreso el 31 de octubre de 2007. Sin embargo, a Oviedo llegó con una considerable resaca. Se aplicó, en general, con el freno de mano puesto: durante el mandato de Gabino de Lorenzo (PP) se llegó a aprobar el cambio de nombre para 14 calles franquistas. Finalmente sólo variaron tres.

"Desde la entrada del nuevo Gobierno, la situación ha cambiado. Ahora la ley se cumple: se han retirado los símbolos franquistas y se han renombrado 25 calles", explica Díez, que en ese sentido felicita al nuevo equipo de gobierno: "Hicieron un gran esfuerzo. Les felicitamos por los cambios que han surgido en nuestra ciudad y también agradecemos que hayan creado una Comisión de Memoria Histórica". A día de hoy, el cambio en el callejero es efectivo legalmente, pero está pendiente la colocación de las placas.

De las 25 calles y plazas renombradas, hasta once llevan ahora nombre de mujer. La presidenta de Trece Rosas no necesita consultar ningún documento: se las sabe todas de memoria: Maestras de la República, Concepción Arenal, Matilde García del Real, Gloria Fuertes, María Xosefa Canellada, Lola Mateos, Flora Tristán, Sara Suárez Solís, Amparo Pedregal, Aurora Albornoz y también Trece Rosas.

Una ciudad más viva

Desde la asociación también se percibe un cambio en la ciudad desde el punto de vista social y cultural. En ese sentido, valoran los esfuerzos implementados desde la concejalía de Participación Ciudadana, liderada por la vicealcaldesa Ana Taboada, para revitalizar el concejo. "En lo que a mí me corresponde valorar, se nota el cambio. Ahora se nos llama para participar en más actos. Creo que la ciudad estaba muerta. Ahora vas a cualquier sitio y hay actividades a pie de calle", explica Díez. "Cada vez hay más gente. Hay ganas de hacer cosas. Antes estábamos en los centros sociales, y eso es bueno, pero había que salir a la calle", apunta.

Resulta más difícil, sin embargo, calar en la sociedad cuando se trata de Memoria Histórica. En ese sentido, existen todavía dos audiencias: por una parte, las personas que tienen historias personales relacionadas con la represión; por otra, el público general. "Nos está costando un poco a nivel general. Encuentro a mucha gente que dice: ´es interesante, pero eso ya pasó´". Sin embargo, hay motivos para la ilusión. Sin ir más lejos, este mismo mes dará comienzo, en el marco de la Universidad Popular el curso "Calles de Oviedo con nombre de mujer", que impartirá la propia historiadora durante todo un año. "El curso está completo. Como curiosidad, todas son mujeres. Hay incluso lista de espera".

Las 13 rosas, como tantas otras víctimas de la represión franquista, muchas de ellas anónimas, tenían un nombre: Carmen, Martina, Blanca, Pilar, Adelina, Elena, Virtudes, Ana, Dionisia, Victoria, Luisa y las ovetenses Joaquina y Julia. "Que mi nombre no se borre de la Historia", dijo la última antes de ser fusilada. Y en esas andamos.