Muchos fueron los comensales que leyeron con tristeza el pasado febrero la noticia de que el emblemático restaurante El Cubano, situado en Candás, cerraría definitivamente sus puertas tras la jubilación de su propietario, Nano Fernández, un hombre muy querido en la zona. Desde ayer, no obstante, el famoso local enciende de nuevo los fogones gracias a la labor de Francisco Vega, el nuevo encargado del negocio. Es cuñado del propio Fernández y conoce a El Cubano y a sus clientes como la palma de su mano: trabajó para Fernández durante 30 años.

La jubilación de Nano fue una triste noticia para los clientes más fieles al local. Es por ello que Vega se ha comprometido a mantener el servicio y la carta "de siempre", en honor a Fernández, pero también en el de sus comensales. Así, como si nada hubiese cambiado, en El Cubano se seguirán sirviendo la clásica parrillada o caldereta de marisco, bonito del Norte de primera calidad y de temporada, picadillo y todo tipo de potes y cocidos para los amantes de la cuchara.

La diferencia que sí notarán los visitantes al atravesar las puertas de El Cubano, eso sí, es su aspecto interior. Vega ha remodelado las instalaciones, manteniendo la estructura original -el entorno de madera es uno de sus rasgos distintivos-, pero restaurando el material con un tratamiento específico. Desde ayer El Cubano luce su encanto de siempre, pero con mejor calidad.

El cuñado de Fernández garantiza así un futuro al enorme legado de su predecesor, para el que trabajó durante las últimas tres décadas. Aunque sea considerado ya un candasino de adopción, Nano Fernández nació en La Coladilla, Vegacervera. Hijo de campesinos, se vino al Norte con tan sólo 15 años debido a la estrecha amistad de su padre con Alfredísimo, de Hermanos Helio, que medió con el antiguo responsable de El Cubano para que contratase a este joven aprendiz. El resto es historia y, gracias a Vega, la historia continúa.