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En busca de una identidad

El Oviedo aún no ha decidido qué tipo de equipo quiere ser en el campeonato

Habla Egea de un problema de continuidad. Que al Oviedo le cuesta mantener el hilo en el partido. Pero antes de esa continuidad se presenta otro debate, más urgente aún. El de la identidad. El Oviedo tiene que decidir qué tipo de equipo es. Si opta por ser un equipo dominador con la pelota como principal arma o si lo suyo tiene que ver con esperar y aprovechar los espacios. Si quiere llegar al área rival derribando la puerta o dando un paseo y disfrutando las vistas.

Tiene futbolistas para diferentes registros. Bedia y Font representan al Oviedo que quiere el balón y Hervías y Aguirre enarbolan la bandera de un equipo más eléctrico que quiere hacerlas cosas a toda mecha. Egea debe resolver la duda antes de ponerse con el siguiente paso. Tener una propuesta concreta le hará dar zancadas en vez de pasitos.

Las dudas en el ombligo

Compraremos la idea de Erice como especialista defensivo viendo que es el único que no rota. Ya ha tenido a su lado a Vila, a Omgba, a Font, dos medias puntas y a Cristian Rivera. El ombligo del equipo, definición de Egea, plantea las mayores dudas. Atreverse con un pivote de carácter más alegre (Bedia o Font) le crea al entrenador dudas defensivas. Dotarlo de músculo deja al equipo espeso de ideas. El centro del campo, el ombligo, determina el estilo del equipo. Por ahí empieza la identidad.

El disfraz de Toché

Toché tiene la curiosa virtud de parecer peor de lo que en realidad es. Es más rápido de lo que aparenta y más hábil de lo que descubren sus movimientos. Digo virtud porque los defensas pueden caer en su trampa. Los centrales del Mallorca no vieron la amenaza de un desmarque sin fundamento cuando la pelota rodaba por el centro del campo. Erice sí creyó en él y le sirvió un balón generoso. Toché corrió más que sus marcadores y tocó con más habilidad que Wellenreuther y su atropellada salida. Después, volvió a vestir su disfraz de delantero torpe y lento.

Cristian sin fallo

Los habituales en los entrenamientos de El Requexón tienen una curiosa rutina en cada partidillo: contar los pases que pierde Cristian Rivera. Suele bastar con los dedos de una mano. Juvenil de carné y veterano en pose, el centrocampista tiene la capacidad de encontrar siempre la vía más segura. Lo hace siempre con la cabeza en alto, las piernas estiradas y con más rapidez de ideas que de movimientos. Si los méritos se miden en los entrenamientos, Rivera lleva tiempo reclamando su sitio. Tiene 18 años, la condición de internacional y varios equipos siguiendo sus pasos. El Oviedo debe cuidar a su perla. Para que no se repita eso de que los frutos de El Requexón son disfrutados en otros lares.

Riesgos de la plantilla

Bedia está ante su particular pretemporada. Dice Egea que quiere verle crecer en la parcela física dándole minutos. Parece lógico. Con Koné es comprensible que se siga un sistema parecido. Hasta ahora, y con las cautelas propias de este momento de la temporada, el Oviedo parece un equipo de mitad de tabla con virtudes y lagunas a partes iguales. Ese mismo equipo que transita por la zona media tendrá un salto de calidad cuando Bedia y Koné estén a pleno rendimiento. Una de las conclusiones más claras es que resulta cuanto menos arriesgado configurar una plantilla en la que los dos jugadores llamados a ser decisivos salen de una larga lesión.

Los méritos de Diego

Las listas de Egea suelen ser predecibles. Su mejor virtud es la de saber compensar los egos de cada jugador. Desde la temporada pasada no se sigue el mismo criterio con Diego Cervero. Reducido su papel a 14 minutos en toda la Liga (en los que, por cierto, ganó cada disputa en la que se metió) ayer volvió a quedarse fuera de la lista. No sorprende tanto la presencia de Koné como la de tres zagueros en el banquillo: Bautista, Nacho López y Borja Gómez. La ausencia de Cervero parece extraña desde dos perspectivas. La primera, la colectiva. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera lesionado Toché a los 10 minutos? ¿Estaba Koné preparado para un esfuerzo de 80? La segunda lectura es directamente personal. Cervero es ejemplo de profesionalidad. Aunque no dispute ni un minuto, al día siguiente entrenará como un animal y nunca se quejará. Ser Cervero, lo que otros momentos de su carrera le ha ayudado (renovación por tres temporadas, por ejemplo), ahora se vuelve en su contra.

Alumnos de Cruyff

Suele pasar con entrenadores que han marcado época: sus pupilos siguen el camino de los banquillos. Sucedió con los discípulos de Sacchi: Ancelotti, Rijkaard, Donadoni... La versión de Cruyff (Guardiola como estandarte) es aún más exitosa. El pasado fin de semana dos banquillos sentían los primeros temblores. Ferrer y Sergi, Pin y Pon, laterales de aquel Barça de Cruyff, quieren que aquellos apuntes de los años 90 tengan ahora efecto. El Almería empató en casa ante el Tenerife y Sergi fue destituido. Ferrer hubiera corrido la misma suerte de no haber pescado en el Tartiere. Pero el Mallorca, dicen los que le siguen, hizo el mejor partido del año.

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