Ponferrada tiene suficientes motivos para ser un lugar sugerente para la afición oviedista. Acostumbrada en los últimos años a acompañar a su equipo en cada partido fuera de casa, la distancia geográfica ayudaba al viaje, el ascenso a Segunda obliga a los seguidores a cambiar de táctica. Ahora conviene seleccionar los objetivos. Plazas como Ponferrada, a dos horas en coche, permite un cómodo desplazamiento.

A comienzos de semana la Ponferradina cedió al Oviedo 1.500 entradas para que fueran distribuidas en Asturias. Los numerosos viajes organizados hicieron que muchas localidades quedaran comprometidas con la APARO. Las que quedaban por vender se agotaron en 3 horas. La Ponfe no pudo enviar una nueva remesa a la capital del Principado pero no fue un problema para los seguidores azules. Desde la mañana del partido, muchos aficionados se acercaron a El Toralín para adquirir entradas.

El centro de reunión fue la Plaza del Ayuntamiento. Allí fueron llegando los seguidores oviedistas a lo largo de la mañana. Muchos de los desplazados lo hicieron en los autobuses organizados por las peñas. Las 8 de la mañana era la hora fijada para salir rumbo a Ponferrada.

El cambio horario no jugó malas pasadas y no hubo que lamentar ninguna ausencia de peso. La oferta gastronómica berciana fue acogida con satisfacción por los visitantes. Se vivían jornadas gastronómicas del Bierzo, una oferta que se extiende durante 55 días, con el botillo como gran reclamo. Hubo oviedistas que optaron por una solución más cómoda: la clásica combinación de caña con pincho.

Todos los presentes en la ciudad berciana iniciaron el peregrinaje al campo, el Ayuntamiento está a unos 20 minutos andando de El Toralín, cuando quedaba cerca de una hora para el inicio del choque. Allí, sobre el fondo sur y parte de uno de los laterales se ubicaron los cerca de 2.500 seguidores que se calcula que viajaron desde Oviedo con el equipo.

Durante los 90 minutos, la afición desplazada pasó por todos los estados de ánimo posibles. El mayor momento de tensión se vivió con el segundo gol de los bercianos. Yuri se fue hacia el fondo ocupado por seguidores visitantes y les hizo un gesto pidiendo silencio, ante la indignación del sector azul.

La segunda parte frenética dio paso al enfado, la esperanza por lograr el empate y la decepción final. Pero el resultado no fue obstáculo para que los 2.500 desplazados despidieran a los jugadores con una sonora ovación al abandonar el césped de El Toralín.