El parón navideño puede ser observado desde una doble perspectiva. La base del razonamiento es que al Oviedo le llega en su mejor momento de la temporada: tres victorias consecutivas, tercer puesto de la tabla y el ascenso directo al alcance de la mano, tan solo a un par de puntos. El primer impulso es el de lamentar el receso. Con el equipo en racha, cuesta un poco más cortar el desarrollo de la competición. Aunque, por otra parte, descansar en una situación tan cómoda en la tabla es más relajante. Los polvorones saben mejor con tu equipo en la tercera plaza.

El Oviedo ha alcanzado las Navidades con una trayectoria ascendente que pocos imaginaban al comienzo de temporada. Había voces optimistas, sí. Las especiales condiciones que rodean al club azul impiden hablar de un recién ascendido al uso: tiene el apoyo económico del grupo Slim, contaba con una base sólida en su plantilla y unos refuerzos con nombre como para pensar en mirar más de cerca a los primeros que a los últimos puestos de la tabla. Pero de ahí a tener el ascenso directo a tiro con tan solo cuatro meses de competición hay una diferencia sensible.

En realidad, la marcha del equipo desde el comienzo de la campaña ha estado marcada por la regularidad. De las 18 jornadas disputadas, el Oviedo ha ocupado puesto de play-off en seis, un tercio del total. Además, solo ha ocupado plaza más allá del undécimo puesto en cuatro ocasiones. Su evolución, claramente al alza, le ha llevado del 19.º puesto en la segunda fecha del campeonato, al tercero actual.

Y el futuro permite soñar. Porque una de las lecturas de la temporada es que el equipo ha vivido una constante evolución. Aquí, las palabras de entrenador y futbolistas han tenido reflejo en la realidad. La idea de que el equipo iría a más con el paso de las jornadas ha sido esgrimida durante la mayor parte de la campaña.

En la mejoría ha habido un par de momentos especialmente importantes. Los dos golpes de efecto tienen que ver con el banquillo. El primero se sitúa en la octava jornada, con la visita a Zorrilla para enfrentarse al Valladolid. Egea emplea entonces por primera vez el 4-4-2 que ya había insinuado en sus declaraciones. Influye en la decisión que Koné ha recibido el alta y que Toché ya tiene kilómetros suficientes en sus piernas. El experimento funciona y el equipo gana 2-3.

Pero la brillantez en ataque contrasta con ciertas lagunas defensivas que convierten a los azules en uno de los equipos más goleados. Ahí viene el segundo momento decisivo, apenas un par de semanas después. El Oviedo cae 4-2 en Ponferrada y Egea decide que su dibujo debe poner mayor énfasis en los movimientos defensivos.

Es a partir de entonces cuando llegan los frutos. Tras un periodo lógico de adaptación (empate con el Bilbao Athletic sin goles y derrota mínima en Soria), el Oviedo empieza a mostrarse serio en defensa y el acierto goleador se mantiene intacto. El equipo despega. El mejor momento se vive en el último mes y medio. Entre las jornadas 13.ª y 18.ª los de Egea suman cinco victorias por una derrota. Solo el entonces líder Córdoba, aprovechando un mal arranque de los azules, consigue batirles en su propio campo. El saldo de goles en estos seis partidos resumen la mejoría: nueve a favor y solo cuatro en contra. La consecuencia es que el equipo gana diez plazas den la tabla: de la decimotercera a la tercera.

Ante el Lugo, el sábado 23. La visita del Oviedo al Lugo, partido que abrirá la segunda vuelta, se disputará el sábado 23 de enero a las 18 horas en el Ángel Carro.