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Omgba, Rivera, Nacho, Bautista?

Omgba, Rivera, Nacho, Bautista?

Con Cervero empezó todo. La tarde electoral que el capitán de la travesía por los campos de barro y vestuarios de uralita metió de cabeza al Real Oviedo en un ascenso que se escapaba como el agua de las manos, aquella tarde hasta los que no éramos cerveristas empezamos a tener fe ciega en que a veces, algunas veces, la pasión, las ganas y la entrega pueden con cualquier reto por complicado que se torne. Andaba el equipo titubeante y la afición camino de otra resignación cuando el testarazo de un jugador que había tenido un papel secundario a lo largo de la temporada rompió una losa muy pesada para un club acostumbrado a sufrir como ninguno. Nueve meses y 25 partidos de liga después el ejemplo de don Diego Cervero ha cundido en una plantilla que progresa adecuadamente sorteando las lesiones y bajas que a lo largo de una temporada forman parte de la competición.

En un mundo donde los focos de la cámaras y los titulares de la prensa son para el goleador de turno, para el portero que mete una mano salvadora en el lance decisivo llega un momento, siempre, sin remisión, en el que hay que tirar del grupo porque la temporada es larga y las exigencias, crecientes. Bien lo saben en la NBA donde el sexto hombre, ese jugador que tapa huecos y cubre las carencias o ausencias de los teóricos titulares, siempre cotiza al alza.

Así, en éstas dan minutos a Johanneson y en tiempo récord llega a internacional con Islandia; saltan Omgba y Rivera a un partido complicado como el de Pamplona y cumplen como si llevaran toda la campaña en el once; le toca a Nacho López cubrir la baja del internacional islandés y está de sobresaliente, exactamente igual que Bautista ante la plaga de lesiones y tarjetas y tira el míster de Cervero, otra vez, y el capitán ayuda a abrir el cerrojo manchego. Aunque la afición se entusiasme con los goles de Toché, las paradas de Esteban, los cortes de David y las asistencias de Susaeta, agradece el esfuerzo y el trabajo de esos "sextos hombres" que rinden a plena satisfacción.

No sé si la plantilla del Real Oviedo será la mejor de la Liga Adelante como auguró el asesor, Joaquín del Olmo, al inicio de la temporada pero lo que no admite discusión es que cuando están a punto de cumplirse dos tercios de la competición funciona como un grupo cohesionado, profesional, sólido y cada vez más difícil de superar para los rivales que, no conviene olvidar, llevan muchos cuerpos de ventaja en lo que a experiencia reciente en el fútbol profesional se refiere. El oportuno reportaje de Nacho Azparren del pasado miércoles, en el que comparaba la trayectoria del equipo de Sergio Egea con la del Oviedo de Vicente Miera, el protagonista del, por ahora, último ascenso a Primera División, rescata de la memoria la importancia que tiene el bloque para la consecución de un objetivo tan ambicioso como el ascenso a la máxima categoría del fútbol español. De aquel curso, todavía hoy se recuerdan nombres como los de Herrero, Tocornal o incluso Conde, que sin tener el protagonismo de los Zubeldia, Berto, Carlos, Hicks o Juliá, fueron importantes en alguna jornada porque la afición suele ser agradecida con los jugadores que honran la camiseta de sus desvelos. Que siga esa tendencia.

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