Al final del partido en Montilivi, valioso empate en el bolsillo, se vivió en la caseta una escena muy descriptiva. Lo cuenta Susaeta: "Al llegar al vestuario la gente no estaba contenta. Tuvo que intervenir el míster y decir que pusiéramos la música, que parecía que acabábamos de perder 3-0". El empate le servía al Oviedo para elevar hasta 11 los encuentros consecutivos sin perder. También para mantener la tercera plaza de la Liga y quedarse a una distancia controlada, tres puntos, del ascenso directo. Para un hombre como Susaeta que vivió con la camiseta azul desastres como un empate ante un desahuciado Noja o una dolorosa derrota ante el Sporting B, la experiencia le sirve para reflexionar.

"Creo que es una buena señal", asegura sobre el inconformismo de la plantilla; "nosotros no nos escondemos, siempre salimos a ganar". La reflexión de Susaeta llega en un partido especial. En Girona, el vasco alcanzó los 100 partidos con la camiseta del Oviedo. La cifra, analizada en el contexto del cambiante fútbol actual, empieza a ser importante. "Yo no soy hombre de cifras pero me llena de orgullo ser centenario con este equipo. Significa que he jugado muchos partidos aquí. El fútbol da muchas vueltas y mi caso es un buen ejemplo porque no he tenido continuidad en muchos sitios", analiza Susaeta. "En Oviedo me he encontrado con la confianza de la gente. Me tratan muy bien, me valoran y me quieren. Y es recíproco. Llegar a 100 partidos es un honor y una responsabilidad", añade.

El extremo ha sido uno de los principales protagonistas del Oviedo en las tres últimas temporadas. Ha destacado a las duras y a las maduras; en las rachas más loables y en las caídas con estrépito. Siempre ha dado la cara. Susaeta es dos futbolistas en uno: temible a balón parado, decisivo cuando con chispa reta a su par. Aporta como goleador y asistente. Los 25 tantos que suma en su centenario hablan de un centrocampista con facilidad para el gol. Esta temporada acumula 8 tantos y, entre los centrocampistas, solo Juan Villar (Valladolid) y Szymanowski (Leganés) han mostrado más acierto ante el arco rival: 9 dianas. Además, con 7 asistencias, es el mejor pasador de la Liga.

La efeméride sirve para comprobar el buen momento de forma de Susaeta y, también, para obtener un relato de alguien que ha sido testigo de la transformación del Oviedo en las últimas temporadas. El vasco recaló en el conjunto azul en el verano de 2013. Los nubarrones habían abandonado Oviedo; la ampliación de capital había supuesto la salvación y el apoyo del Grupo Carso (en la distancia los primeros meses) auguraban un futuro mejor. A Susaeta no le tocó vivir la época de impagos y caos social, pero su primer año sí estuvo marcado por el fracaso deportivo y el divorcio entre afición y futbolistas. "Aquel primer año me sirvió para darme cuenta de cómo era el Oviedo. Pero el cambio principal se produce con la llegada de Sergio y Joaquín", relata.

Joaquín del Olmo aterrizó en enero de 2014, en plena temporada de Granero y del Pozo en el banquillo. Sergio Egea lo hizo meses después, en el siguiente verano, para dirigir el nuevo proyecto deportivo. Y el asunto ha funcionado desde entonces. "La llegada de los dos dio estabilidad al Oviedo y las cosas se empezaron a hacer bien. No nos vamos a engañar: el equipo al que llego no tiene nada que ver con el de ahora. El Oviedo de los años anteriores a mi fichaje tuvo jugadores que eran buenos para la categoría y entrenadores contrastados pero quizás lo que faltaba era continuidad en el proyecto", indica.

Susaeta ha conocido como jugador del Oviedo tres entrenadores distintos. Granero fue el primero en apostar por el guante de su pie derecho. Los resultados no acompañaron al valenciano y el cambio de guardia acabó con la trayectoria del entrenador. Le sucedió Robles que no fue capaz de enderezar el rumbo. Sergio Egea ha sido el tercero en confiar en la capacidad de Susaeta y el que mejor rendimiento ha recibido. Con el argentino, Susaeta se convirtió en indiscutible en la banda derecha del ataque azul la temporada pasada, la del anhelado ascenso. Ya en Segunda, el vasco sigue siendo un fijo en los esquemas y referencia en el ataque.