"Aunque sólo fuera por haber visto jugar a Prieto mereció la pena venir al Carlos Tartiere". El elogio, viniendo de un seguidor rival, tiene un gran valor. Cuando se trata del eterno rival se convierte en un acontecimiento. Pero algo grande debió de ocurrir aquel 4 de mayo de 1969 en el Carlos Tartiere para que aún hoy al protagonista, José Manuel Prieto, le paren por la calle bastantes personas para decirle aquello de "yo estaba allí". Prieto también tiene ese Oviedo-Sporting de Segunda División como uno de los mejores recuerdos de su etapa como jugador azul, que no llegó a ser todo lo satisfactoria que correspondería a un jugador de su clase.

El caso de José Manuel López Prieto (Ciaño, Langreo, 10 de enero de 1946) es el clásico del futbolista prometedor al que siempre le faltó algo para dar el salto definitivo. Ya llegó al Oviedo con cierta fama, con 17 años, tras destacar en el Alcázar de Sama juvenil. Debutó con el primer equipo seis días después de celebrar su vigésimo cumpleaños, en El Sadar frente a Osasuna (1-0) y dejó su sello en el estreno en el Tartiere, frente al Celta, con un gol (1-1). De los once partidos en aquella primera temporada, la 1965-66, pasó a los 22 de la siguiente, con cinco goles.

Prieto apuntaba tan alto que el Madrid, que acababa de ganar su sexta Copa de Europa con el equipo de los "ye-yes", quiso llevárselo. Llegó a firmar un contrato, pero nunca vistió de blanco: "No podía jugar porque enfermé a causa del un ganglio mal curado. Estaba siempre muy cansado". A Prieto se le escapó el tren del Madrid, pero a cambio recibió el reconocimiento de la directiva presidida por Rubio Sañudo: "Me ofrecieron un buen contrato y pasé a ser el jugador mejor pagado de Segunda División, incluso que muchos de Primera".

El 2 de marzo de 1969, casi dos años después de su último partido con la camiseta del Oviedo, Prieto reapareció en el Benito Villamarín frente al Betis (3-0). Le bastaron dos meses para ponerse en forma. O al menos eso se deduce del partidazo que jugó coincidiendo con la visita al Tartiere de un Sporting que ya apuntaba al ascenso que consumaría la temporada siguiente. El equipo gijonés llegaba como favorito, pero se encontró con un jugador que revolucionó el partido.

"Cuando estás jugando no te das cuenta", señala Prieto sobre aquel día en que concentró elogios propios y ajenos. "Notaba el bullicio de la grada, sobre todo cuando me salían dos o tres regates seguidos, y me imagino que me crecería". Ni siquiera el mal estado del campo, agravado por una tormeta de granizo en pleno partido, ni la dureza de la defensa sportinguista cortaron la exhibición: "Yo con el balón en los pies no tenía miedo. Aunque me pegaran encaraba una y otra vez".

Prieto no marcó ninguno de los dos goles, pero protagonizó la mayoría de las jugadas de ataque del Oviedo. Por eso le extrañaron aún más los reproches del entrenador, Ramón Cobo, al llegar al vestuario: "Me dijo que si hubiese soltado antes el balón en alguna jugada no hubiésemos pasado tantos apuros para ganar". El centrocampista aceptó la riña, pero siguió siendo fiel a su estilo: "De aquella el fútbol era más individual y a mí me gustaba tener el balón en los pies. Tenía la seguridad de que podía regatear y también de pasar en corto o largo".

Aquel partidazo constató que el mejor Prieto había vuelto. Mantuvo esa línea en la temporada 1969-70, en la que jugó 34 partidos, pero todo se torció en la siguiente: "Me lesioné con la selección universitaria. Recaí dos veces y acabé operándome en Barcelona". Cuando por fin volvió a coger la forma se encontró con otro problema: "El presidente, Chuché Velasco, me vetó, como me reconoció el entrenador, Toba, y sólo jugué once partidos. Hubo polémica en la ciudad porque mucha gente quería que me renovasen. Me fastidió porque fue la temporada del ascenso y me habría gustado jugar en Primera División con el Oviedo".

Tuvo que hacerlo con el Deportivo, que le acogió por indicación de Arsenio Iglesias, con el que había coincidido en su primera temporada en el Oviedo. Disfrutó en La Coruña, pero el Depor descendió y Prieto continuó su carrera en el Nastic de Tarragona.